Delante de El paraíso de Tintoretto, y en medio de aplausos nacidos del asombro, el poeta surcoreano Ko Un invitó a Samuel Merino a subir al escenario donde le entregó un clavel fucsia y otro amarillo, y lo abrazó. Ko Un, de 92 años, acababa de leer unos poemas en coreano con voz vibrante para cerrar así el recital de ensueño de la presentación de Merino como ganador del VII Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica 2025, de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, y la Piscifactoría Laboratorio de Creación.
El escenario fue el hall central del Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid, presidido, al fondo, por la recreación celestial del maestro italiano cuyo lienzo es uno de los más grandes e impactantes de la pintura clásica.
La alegría de los aplausos, con el público en pie, constataba que Ko Un (Seúl, 1933) era la encarnación misma de la poesía viva, entusiasta y vivificante. Y Samuel Merino (Mos, Pontevedra, 1982), como lo enalteció el gran poeta, era una especie de ahijado del divino Hesíodo que siglos atrás había ganado un concurso de trovadores en Grecia.
La velada empezó con Gonzalo Escarpa, poeta y organizador del premio: “Bienvenidos al País de la Poesía. Aquí es donde queremos vivir. Este país solo tiene un artículo en su declaración de los derechos humanos: Todos los habitantes del País de la Poesía tienen derecho al asombro y a la posibilidad. El mapa del País de la Poesía lo tienen ustedes aquí detrás”.
Samuel Merino, ganador del VII Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica 2025, en el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid. /WMagazín
Escarpa dio paso a la poesía solidaria y reivindicadora de Annët Batlles, ganadora de 2024. Luego llegó el turno de Samuel Merino. Y su poesía empezó a escenificarse con unas notas de piano mientras dos pantallas laterales, a lado y lado del escenario, mostraban imágenes de una casa, una mujer y un bebé, al tiempo que el poeta daba vida a sus versos que contaban pasajes de su propia biografía. Bajó del escenario sin dejar de recitar entre el público y repartir girasoles y claveles de colores:
Sueñas la puerta abierta
la reina colapsa de amarillos
pulquérrimos
la canción de la infancia remasterizada
y el pico melífero del colibrí ofrendando
instantes.
Remontas pasados peligros pesadillas
sorteas cuerdas anudadas
escalas trepas arañas el muro remontas
solo
horas…
Tres minutos después:
Ven
esquiva la pared salta el pozo
descansa aquí acuéstate aquí
en esta habitación ¿lo recuerdas? En esta habitación
reíste por primera vez.
Deberías acostarte descansar
para poder arropar al hombre
que estás empezando a ser.
Luego más poemas, y otros como uno en cuyos versos finales se condensa gran parte de su temática esta noche:
El tiempo es un animal dormido.
El jardín que yo habitaba era sin embargo
diferente
Era desordenado y en medio un huerto sin límites
a todo le falta algo.
El tiempo es un animal salvaje.
La cantautora Guada, durante la gala de Presentación del VII Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica 2025, en el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid. /WMagazín
Cuando Ko Un subió al escenario, tocado con un sombrero negro, proclamó:
“El encuentro es una flor. El encuentro es, también, un adiós. Esta noche tengo un encuentro con ustedes, con la flor y con la llama. La lírica española con estas llanuras tiene está ya explicitando este campo poético que estamos intentando mantener. Elegir un poeta entre todo el pueblo entero, en este caso el español, solo lo he visto también en Egipto y en Grecia. En Grecia lo ganó Hesíodo. Desde las antigüedades conservamos nuestra humanidad en este capo tan importante de la poesía. Ahora soy feliz, aunque vengo de un país pobre de poesía. Pero soy feliz compartiendo con ustedes este tiempo de poesía. ¡Viva la poesía española! ¡Viva la poesía coreana!”.
El poeta sucoreano Ko Un en el Museo Thyssen-Bornemissa, de Madrid. /WMagazín
Y empezó a recitar sus poemas en coreano con el entusiasmo y vigor de un adolescente y a acompañarlos con movimientos mínimos y suaves que visibilizaban una voz que transmitía la montaña rusa de las emociones. El público estaba absorto. Tras cada poema aplausos festivos. Luego esos versos sobre su vida, el misterio de las palabras, los recovecos de la violencia, los quiebros con la naturaleza o el tiempo, todo en su interrelación con el ser humano, que fueron traducidos al español por Silvia de Pé y Ginés García Millán:
Es otoño
Cuando la gracia
Que se hundió hace mucho
en el fondo del mar
Asciende a la superficie…
**
Un día
fue huésped.
Un día
fue anfitrión.
Todos esos años
cada chimenea soñaba
con el humo que iba a soltar.
Hoy todavía no sé quién es un poema.
**
Cuando llamamos mierda a algo,
me da pena la mierda.
Cuando de decimos de alguien que es como un zorro
me da pena el zorro.
(…)
Cuando decimos Infierno
y su fuego resplandeciente de azufre,
me da pena lo que yace bajo tierra.
El lenguaje ya es, de por sí, un pecado.
Cuando Ko Un terminó su recital, envuelto en el fervor de los aplausos, pidió a Samuel Merino que subiera al escenario para compartir juntos esa fiesta. Ko Un se inclinó y recogió del suelo dos claves del ramo de flores, que había dejado Merino tras su recital, y se los entregó.
Los poetas, músicos, actores y equipo de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, delante de 'El paraíso', de Tintoretto, al final de la gala de presentación del VII Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica 2025. /Foto Óscar Carriquí
El poeta gallego se une a los ganadores anteriores del Premio Nacional de Poesía Viva #LdeLírica: Annët Batlles (2024), Elsa Moreno (2023), Eudris Planche (2022), Marta Vicente Antolín (2021), Paloma Chen (2020) y Miguel Sánchez Santamaría (2019).