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Inteligencia artificial: amenazas y esperanzas de la propiedad intelectual
ÁMBITO CULTURAL
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EL PRESENTE ARTIFICIAL Tras el debate sobre las ventajas y desventajas de la IA en la creación artística, es la hora de analizar los derroteros de los derechos de autor con Marta Peirano, Lorenzo Silva, Alicia Kopf y Jesús Badenes
2025-10-28 00:00:00

La inteligencia artificial puede ser una gran oportunidad para quienes tengan creatividad y un mero asistente para otros, pero de lo que no hay duda es de que existen un vacío legal y jurídico sobre la propiedad intelectual que nutre o entrena a esa tecnología.

Este fue el escenario que se abordó en la segunda parte de nuestro ciclo El presente artificial, coordinado por Marta Peirano, periodista y escritora experta en tecnologías informáticas y de vanguardia. En esta sesión participaron el escritor Lorenzo Silva, la autora y artista Alicia Kopf, y el directivo editorial del Grupo Planeta, Jesús Badenes. La primera parte del ciclo, sobre la creación literaria y cómo la IA modificará la escritura, la puedes leer en este enlace.

Marta Peirano arrancó con la siguiente enunciación: “el problema es más comercial y más ético, en el sentido de quién toma las decisiones de cómo funciona esa herramienta, que de la herramienta en sí misma”. Desde esa premisa, se abrió el debate sobre la propiedad intelectual o los derechos de autor: “Todo lo que produce una IA generativa no tiene copyright. Es paradójico, porque aspira el trabajo intelectual de todo el mundo, pero, luego, lo que vomita no puede tener copyright porque, técnicamente, y según la ley de propiedad intelectual, solo un humano puede producir copyright. ¿Qué pensáis de que ahora haya cinco empresas muy poderosas, interesadas en cambiar esta situación? ¿Pensáis que va a cambiar el copyright, por primera vez, en 400 años?

 

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De izquierda a derecha, Marta Peirano, Lorenzo Silva, Alicia Kopf y Jesús Badenes, durante el ciclo El presente artificial, de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés. / Ámbito Cultural

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Lorenzo Silva. De facto, ya ha cambiado. Esto tampoco es una cosa muy secreta. The Atlantic publicó cómo se había entrenado la herramienta de inteligencia artificial de Meta: con acceso a un repositorio pirata ruso del que se extrajeron, entre otros, los libros de todos los escritores que veo por aquí. Lo podrían haber hecho solo con Homero en griego antiguo, o con algo del castellano del siglo XIV, pero les interesa lo actual, porque es una mirada y una voz que están en este momento.

Hay un procedimiento en Estados Unidos que es de donde ha salido todo esto. Ya veremos si acabará en un acuerdo con los autores de allá, y nosotros nos quedaremos a dos velas, seguramente. Es decir que, de facto, ellos ya han abolido el derecho de propiedad intelectual para ellos.

Tengo la sensación de que más allá de lo que digan las leyes, si busco en el BOE o busco el repertorio legislativo, mi país tiene una preciosa ley de propiedad intelectual que protege toda la migración, pero respecto a esto no lo protege en absoluto. Y en la medida en que este es un agujero por el que escapa todo y se redistribuye todo en el planeta, pues ya mi propiedad intelectual, como la de cualquier creador que sea objeto de esta alimentación vía apropiación, está sin derechos. Porque escrúpulos no parecen tener demasiados, pues será un derecho nominal.

 

Jesús Badenes. Creo que hay un hálito de esperanza todavía. Hace dos meses, en California, una de las empresas, que supongo después será deglutida por una de las grandes, Anthropic, perdió un juicio. Un juez californiano, básicamente, lo que decretó es que había utilizado sin permiso propiedad intelectual que estaba protegida, con lo cual tenía que pagar 1500 millones de dólares, en este caso, a los autores americanos.

Nosotros estamos mirando también qué obras tenemos pirateadas para reclamar y, después, dárselo a conocer a los autores de obras en castellano que, también, han sido pirateadas por Anthropic para su base de datos y para entrenar.

Elon Musk y un súbdito suyo, un tal Dorsey, le pedían a Donald Trump, presidente de Estados Unidos, que aboliese todas las leyes de propiedad intelectual. Eso genera poca confianza. Pero el hecho de que haya jueces y gente que todavía sean capaces de ver que eso es para enriquecerse ellos, y que tiene otro tipo de connotaciones, me hace pensar que hay algo de esperanza, a pesar de que las amenazas son muy grandes.

Si la propiedad de contenido está en Europa, es ella quien más debería proteger esa propiedad, igual que la industrial. No lo hace porque tiene complejo frente a China y Estados Unidos y piensa que en Europa tenemos que utilizar herramientas de inteligencia artificial generadas en Europa, que no sé dónde está escrito eso, pero ellos piensan que debe ser así y que, por tanto, debe haber un uso ilegítimo y rápido de contenidos para crear ese tipo de herramientas que hoy no tenemos. Creo que estamos equivocados y, de hecho, eso es una perdición, porque si se hace eso no habrá contenidos de calidad en el futuro.

Insisto en que hay esperanza y habrá tensiones sobre la propiedad intelectual, pero pienso que la propiedad industrial seguirá porque es un elemento de avance de la sociedad. Afortunadamente hay un crisol o hay un tamiz bastante fino que hace que los libros que son copias tengan poco predicamento y que los libros que se suelen vender sean los que tienen una autoría con una voz específica y de alguien que se los ha currado bastante más.

 

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Alicia Kopf. Este marco ha sido perfecto, legal y editorial, pero desde el punto de vista del marco del artista voy a poner otra capa: ¿qué es la creación? Es, básicamente, lo que hace un artista: viajar de modos distintos entre las mismas ideas. Es decir, el conocimiento es colectivo, todos generamos ideas. La diferencia entre un artista y otros es que es alguien que, básicamente, hace asociaciones distintas, no es que produzca, no es que invente la rueda ni el vaso, es el que dice: “Este vaso no tiene agua, tiene zumo de nube”. Eso es un artista.

Entonces, ¿de quién es eso? Esto es el producto. Es mi creatividad, es mi trabajo y la forja de mi voz. Y eso tiene que ser remunerado para que podamos seguir generando obras de arte. Los editores son los responsables de proteger esos derechos. Nosotros somos los responsables de forjar nuestra voz. Pero hay tecnológicas y hay una cosa que se llama trazabilidad que es de dónde proceden las informaciones o datos.