Jay Gatsby, Clarisa Dalloway y Josef K. son personajes literarios que nacieron en 1925 con una gran influencia en la literatura y en el imaginario popular. Los crearon tres escritores clave del siglo XX: Francis Scott Fitzgerald en El gran Gatsby, Virginia Woolf en La señora Dalloway y Franz Kafka en El proceso. Obras surgidas tras la catástrofe de la Primera Guerra Mundial, el cierre definitivo de una época y el nacimiento de otra.
Jay Gatsby, Clarissa Dalloway y Josef K. personifican gran parte del cambio en la literatura y escenifican tres formas de afrontar la existencia y mostrar el mundo. Demuestran, cada novela a su manera, el desamparo del individuo frente a las fuerzas creadas por otros que alteran el entorno e impactan en sus vidas hasta llevarlos a situaciones extremas.
El siguiente es un acercamiento a sus hallazgos y a como disfrutar de las tres novelas en el cine o en el cómic:
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El gran Gatsby es mucho más que la historia de un joven pobre que se hace rico a través de negocios oscuros y quiere recuperar el amor de Daisy con lujos, brillos y fiestas. Tampoco es solo un retrato de lo que se ha dado en llamar los “locos años veinte” del siglo XX y de la búsqueda del sueño americano. Refleja el optimismo emergido tras la Gran Guerra a través de una historia de dos personas cuyo amor funciona como espejismo distorsionador de la realidad, y metáfora de aquella década. Son los años veinte como eslabón entre el pasado, el presente constante y el futuro que no termina de cuajar. La novela habla del vacío, de la soledad, del intento de doblegar al tiempo y la voz del narrador, y amigo de los protagonistas, es la clave literaria.
Aparte de la novela de Fitzgerald, se puede tener un acercamiento a El gran Gatsby a través del cómic, con guion de Ted Adams y dibujos de Jorge Coelho (Planeta Cómics). En el cine hay dos películas:
La primera, de 1975, con guion de Truman Capote, dirigida por Jack Clayton y protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow. Es una versión más clásica en su narrativa argumental y visual.
La segunda, de 2013, dirigida por Baz Luhrman, protagonizada por Leonardo DiCaprio y Carey Mulligan, es una adaptación más innovadora y dinámica en lo visual.
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La señora Dalloway tiene 52 años. Sabemos de su pasado y presente por sus pensamientos y emociones y los de otras personas, el llamado flujo de la conciencia. Es la voz que utiliza Woolf para relatar un día en la existencia de esta mujer que prepara una fiesta esa noche. Es el tiempo visible, mental y emocional de las vidas privadas y públicas y cómo inciden en ellas la sociedad, la política, la economía y la cultura. Pero la señora Dalloway, una mujer casada y con una hija, ha tenido que crear una máscara para avanzar en la vida que cree que debe tener y no en la que siente a gusto. El amor, el dolor y la identidad en búsqueda constante.
A parte de la novela, el mundo londinense de Clarissa Dalloway se retrata en la película homónima, de 1997, dirigida por Marleen Gorris y protagonizada por Vanessa Redgrave.
Una mirada literaria contemporánea se puede leer en la novela Las horas, de Michael Cunningham, inspirada en la obra de Woolf.
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El proceso lo escribe Kafka en plena Primera Guerra, entre los años 1914 y 1915, pero se publica de manera póstuma, en 1925. Es un relato enigmático que se presta a múltiples interpretaciones. Narra cómo Josef K., empleado de un banco, es arrestado sin que nunca sepa el motivo y afronta su proceso judicial sin sentido y lleno de vericuetos. Lo absurdo como el centro de la vida y la burocracia como el mejor ejemplo que confronta al ser humano con su desamparo no solo existencial, sino con el sistema poderoso creado por sus congéneres. La vida de Josef K. continúa mientras avanza el juicio para ahondar en la fragilidad del individuo que es arrastrado hacia la fatalidad no por fuerzas naturales y ajenas, sino por una justicia creada por el ser humano que conduce a la arbitrariedad y a la injusticia.
A parte de la novela de Kafka, el laberinto absurdo que absorbe a Josef K. se puede apreciar en la película dirigida por Orson Welles, en 1962. En ella actúan Anthony Perkins, Romy Schneider, Jeanne Moreau y el propio Orson Welles.
