
Leonardo Padura nació en uno de los países más jacarandosos, Cuba, y aunque es uno de los escritores que más sabe de música, le gusta escribir en silencio. El ganador del Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, creador del famoso detective Mario Conde y de novelas como El hombre que amaba a los perros, fue el invitado al Club de Lectura de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, de la sala Callao, de Madrid.
Ir a La Habana (Tusquets) es su libro más reciente. Un autorretrato y un retrato de la ciudad donde nació en 1955 y de las transformaciones que han vivido juntos con la revolución cubana. De todo ello conversó con Rafa Caunedo, escritor y coordinador del Club de Lectura:
Cuando Cuba toma conciencia de ser diferente
La felicidad no es literaria ni dramática, y en Cuba siempre estamos viviendo en conflicto; sobre todo desde que tiene conciencia de ser diferente, a comienzos del siglo XIX. En ese siglo hay una narrativa y una poesía importantes. Desde los grandes poetas como José María Heredia, José Martí o Julián del Casal. Y a lo largo del siglo XX algunos muy reconocidos como Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Cabrera Infante, Dulce María Loinaz…

Detalle de la portada del libro Ir a La Habana, de Leonrdo Padura
La Habana, nido de historias
La Habana es bastante fértil para contarla. La ciudad ha sido generosa a la hora de brindar historias. Su definición arquitectónica refleja un poco su propia definición espiritual. Decía Carpentier del estilo arquitectónico de La Habana que es el estilo de las cosas que no tienen estilo. Porque somos el fruto del mestizaje. Pero, sobre todo, la gente que la habita, una gente con una profunda mezcla cultural.
El regalo del mestizaje
En Cuba son importantes lo africano y lo español, porque lo indígena desapareció muy pronto de la isla. El elemento negro y el elemento europeo, fundamentalmente el español, tienen el problema de que tienden a ser vistos como bloques y no: son diferentes maneras de entender la vida y diferentes culturas.
China en Cuba
Otro elemento clave es la gran inmigración china. La gente quiere que tengamos alguna influencia de los chinos, pero no tenemos ninguna. ¿Qué pasó? La mayoría de la migración china fue masculina, hubo un momento en que por cada catorce hombres chinos había una mujer china. Era gente muy pobre. Generalmente, esos chinos tuvieron familias con mujeres negras. Crearon una cosa espectacular: la china-mulata. Una creación de los dioses. Pero los hijos de esos chinos se crían con las madres negras porque los padres trabajan. No aprenden la lengua, ni las estructuras mentales de los chinos, y se hacen más rápido cubanos que otras migraciones. Ese crisol forma parte de la variedad y densidad de una cultura que tiene que ver con todo.
Los Padura vienen de Vitoria
Yo nací en el barrio Mantilla y sigo viviendo en la misma casa. El mismo barrio donde vivieron los Padura. Fui a Vitoria (España) a un festival y les dije que me llevaran a la zona de donde salieron los Padura: el Valle de Amurrio.
Sobrevivir
Buscamos todas las estrategias de supervivencia que te puedas imaginar, pero faltaba la comida, faltaba el transporte, faltaba la electricidad, faltaba la esperanza de un modo distinto a ahora. Yo creo que ahora es otra situación más desesperanzadora, hay otras carencias.
La fe cubana no es la fe que todos creen
En este libro se dice que es muy importante en Cuba tener fe. Fe es: Familiar en el extranjero, el que te manda dinerito, de vez en cuando, y con eso vas resolviendo la vida.
Dios, la virgen y el béisbol
Mi padre era masón, la masonería en Cuba es algo muy importante, y mi madre es católica. Mi padre, como masón, no creía en Dios, pero creía en la Virgen de la Caridad del Cobre, por eso me llamo Leonardo de la Caridad. Aprendí muchas cosas sobre la fraternidad masónica, pero no soy masón. Mi madre me hizo ir a la iglesia, pero yo me hice ateo a los 7 años por convicción: hice la primera comunión y al día siguiente le dije a mi madre: los domingos yo no quiero ir a la iglesia, lo que quiero es jugar pelota, béisbol con mis amigos.
Escritor por descarte
Nunca tuve noción de que iba a escribir. Los caminos de la vida son, a veces, muy extraños. Estudié en mi barrio y el preuniversitario en otro barrio más hacia el centro, La Víbora, y me di cuenta, a los 16 o 17 años, de que mi aspiración de jugar al béisbol era pura ilusión: era malo jugando. Y dije: si no puedo ser jugador, tal vez pueda ser periodista para ser cronista deportivo.
Pero volvemos al concepto de revolución en Cuba, donde todo está planificado y, entonces, el sistema decidió que en 1975 había demasiados periodistas y no se necesitaban, con lo cual no abrieron la facultad. Así que mi aspiración de estudiar periodismo se desvió hacia la escuela de letras. Estudiando letras sigo ese sentido competitivo que traía y veo que hay unos compañeros que escriben y digo: si ellos escriben, yo, también, voy a intentarlo. Ahí empezó todo.
Escribir en Cuba
El gran reto de un escritor cubano que escribe desde Cuba es intentar, en la medida de lo posible, y casi de lo imposible, sostener su independencia como escritor. Desde el año 95 tengo la condición de escritor independiente. Hubo momentos de mucha incertidumbre en los que uno sabía que estaba jugando con fuego, sigo sabiendo que juego con fuego, pero no veo otra manera de escribir que diciendo lo que creo.
Lo que sí he tratado es de preservar mi literatura de una participación política. No quiero convertir mi literatura en un panfleto político, porque eso devalúa la literatura.
Qué es la literatura
La literatura debe ser un espacio de resistencia y memoria. No tendría otro sentido. Que esa literatura tenga capacidad de distribuirse en Cuba esa es otra historia.
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