“Cada canción es como una planta dentro de un invernadero: unas te crecen muy rápido y otras van más despacio”, revela Santi Balmes, vocalista, guitarrista, teclista y uno de los compositores de Love of Lesbian. La banda española de rock-pop indie celebró su cuarto de siglo con el álbum Ejército de salvación (2004), “el más brillante que hemos hecho”. Balmes y Julián Saldarriaga (guitarra, secuenciadores y coros) desvelaron en nuestro ciclo Así nacen las canciones desde cómo se veían al comienzo cantando en inglés, por qué pasaron al español y cómo afrontan los discos.
Sobre su trayectoria conversaron con Fernando Neira, coordinador de este ciclo, en la sala Callao de Ámbito Cultural, de El Corte Inglés, de Madrid. De este encuentro surge este Diccionario de Love of Lesbian, en palabras de Santi Balmes, entre el humor y la reflexión:
De derecha a izquierda: Santi Balmes y Julián Saldarriaga, de Love of Lesbian, y el periodista Fernando Neira durante la converssación en Así nacen las canciones. /Foto de Celia BSoul
Éramos muy malos
Al comienzo nosotros éramos incapaces, técnicamente éramos muy malos, éramos una banda muy mala. Pero la llegada de Julián aportó una cierta calidad. Cuando lo vimos, dijimos: “¡Si se ha hecho un solo de guitarra!”. Era increíble. Los demás lo miramos como diciendo: “Mira, el guapito este sabe mover los dedos”.
Inicios en inglés
Ejército de salvación es nuestro álbum número diez, si contamos los tres en inglés (Microscopic Movies, Is It Fiction y Ungravity). Ahora, con el tiempo, los vemos más como demos. Aunque en ese momento eran discos y nos lo tomábamos como tales. Son hitos para nosotros, porque cada disco no lo tomamos como un ocho mil. Me gusta considerarnos como escaladores.
Cada disco es un ocho mil
Cuando a una banda le pasa lo que nos pasó a nosotros con 1999 o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la Luna (2009, el disco con el que dieron un salto musical y de público) solo puede tomárselo de esta manera: “Vale, ya hemos hecho este ocho mil. Pero hay más ochomiles”. Si cada disco te lo tomas como el enemigo a batir, estás cometiendo un grave error con tu propio repertorio. Eso lo vivimos muy bien desde el principio.
Ha muerto el inglés, ¡Viva el castellano!
Teníamos claro con Maniobras de escapismo (2005) que ya no íbamos a cantar más en inglés. Siempre decimos que la historia cambió en Valencia. Cuando estuvimos teloneando a Nacho Vegas y vimos que de repente que las canciones que tenían quince días la gente las cantaba, cosa que no había pasado jamás, porque, antes, la gente cantaba sin saber lo que decía. Entonces, vimos que, realmente, había ocurrido como una conexión, como un flechazo y ahí empezaba la historia de verdad.
En Valencia fue la primera vez que hicimos como medio aforo, pero todo el mundo cantando las canciones como auténticos locos. Vimos la diferencia de cuando tocábamos en inglés, porque no teníamos apenas repertorio, y, en cambio, cuando pasábamos al castellano…
El romance con un instrumento
Cuando descubres el vínculo con un instrumento es una explosión neuronal tan grande que debe ser estudiado por la ciencia y, realmente, lo estudia la ciencia. Hay un flechazo, hay un vínculo que se genera tan bestia que, al final, se convierte en parte de ti mismo y de cada canción. Cada instrumento tiene una canción, encierra una canción dentro. Te compras una guitarra eléctrica nueva y dices: “¡Hostia!, pero si ya tienes cinco guitarras eléctricas nuevas. Ya, pero es que esta tiene una canción dentro y la voy a descubrir”.
Metamorfosis de una canción
La primera versión de La Hermandad que tenía en el ordenador la llamé Placer culpable, porque tardé muy poco en hacerla. Eso me indujo a sospechar de ella, a pensar: “Uy, qué fácil me ha me ha resultado esto”, porque me fluyó muy rápido. ¿Cuántos años llevaba intentando buscar la estructura perfecta? ¿Seis, siete años? No sé, le hemos dado tantas vueltas. A Planeador también le pasó lo mismo.
Son temas que luego tienen una densidad porque, realmente, ha habido un trabajo. Cada canción es como una planta dentro de un invernadero: unas te crecen muy rápido y dices: “Hostia, ¿qué ha pasado?”. Es como el bambú. Y otras pues…
Cuando me salió se la envié a Julián, no lo iba a hacer, y le dije: “Mira esto”. La escuchó y me respondió: Ten cuidado con esto o aquello. Algo que ya me lo hizo con Manifiesto delirista. Al final, creía que tenía un ánimo lo suficientemente luminoso como para hacer esa canción de abrazo.
Love of Lesbian arrancó su historia en otoño de 1997 con Santi Balmes (letra, voz, guitarra, teclados y samples), Jordi Roig (guitarra), Joan Ramon Planell (bajo y sintetizador) y Oriol Bonet (batería y programación). En 2005 se incorporó Julián Saldarriaga (guitarra, secuenciadores y coros). En 2017 se retiró Planell que fue reemplazado por Ricky Falkner (bajo, guitarra acústica y teclados) quien es, además, el productor desde el álbum Ungravity (2003). Hoy, la banda la completa en los directos Dani Ferrer (teclados).