Lavar los calabacines, cortar las puntas y cortarlos en trozos de unos 10 cm. Vaciar su interior de forma que queden unas barquitas. Cocerlas en abundante agua hirviendo con sal. Retirar y dejarlas escurrir en papel absorbente de cocina. Separar las cabezas de los langostinos, reservarlas y pelar las colas. Pelar y picar la cebolla, el ajo y las zanahorias. Calentar el aceite y pochar la cebolla. Agregar el ajo y las zanahorias; sofreír. Incorporar las cabezas y las peladuras de los langostinos, dejando que se doren. Mojar con el brandy y flambear. Añadir el tomate y cubrir con agua. Salpimentar y dejar que cueza, espumándolo, 15 minutos. Triturar la salsa y colarla. Volver a poner sobre el fuego y llevar a ebullición. Verter la nata y agregar las colas de langostino reservadas; remover y apagar el fuego. Rellenar los calabacines con la salsa. Espolvorear con eneldo.
Otros acabados
Pon las barquitas de calabacín rellenas en una bandeja refractaria, espolvoréalas con queso parmesano rallado y gratínalas bajo el grill del horno. Otra opción para el relleno es añadir a la cebolla, el ajo y las zanahorias, puerro cortado muy menudo y, a la vez que las colas de langostinos, una lata de champiñones laminados.
Múltiples beneficios
El 95% del calabacín es agua y sólo aporta 15 kilocalorías por cada 100 gramos. Se puede comer crudo, pero se aprovechan más sus propiedades si se hace al vapor. Si se cocina ya maduro aporta mucha fibra y, por tanto, se recomienda consumirlo a quienes padecen gastritis. Previene de problemas cardiovasculares.
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