Tomar una sopa, una crema o un caldo sigue siendo el primer plato preferido en millones de hogares. Conoce cómo este clásico se moderniza para satisfacer las necesidades de la sociedad actual, manteniendo el sabor más tradicional.
Es muy difícil no asociar una sopa con el recuerdo del hogar. Hay algo en estos caldos que nos transporta a la calidez y comodidad de donde crecimos. El sabor, la tradición, el que siempre siente bien una sopa calentita... Todo eso provoca en nosotros un confort físico y emocional que nos hace ver estos alimentos con un cariño especial. Pero todos esos factores tienen un porqué: una sopa o una crema aportan hidratación y mineralización al cuerpo, complementan a la perfección con cualquier segundo plato, y en la época invernal equilibran y tonifican el cuerpo. Además, una sopa de verduras o una crema contienen ingredientes básicos de la alimentación mediterránea.
Las nuevas tendencias alimenticias llevan al consumidor a buscar productos sanos, fáciles y rápidos de preparar. Así, es ya habitual encontrar todo tipo de caldos, sopas y cremas en envases cada vez más cómodos y prácticos. Con todo el sabor casero y listas para tomar en cualquier lugar y momento, ya que cada vez es mayor el número de personas que come fuera del hogar, fundamentalmente en su lugar de trabajo, pero que quiere seguir comiendo "como en casa".
Estos caldos te proporcionan otro uso de máxima utilidad: servir de base para preparar otros alimentos. Comprueba cómo aumenta y potencia el sabor de tus carnes, pescados y arroces. Y es que en vez de usar agua para hervir, el caldo se ofrece como una magnífica solución. Prueba a cocer pasta con caldo o a hacer una paella con caldo de pescado y marisco. El resultado saltará a la vista.
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