Pertenecen a una gran familia y están en su mejor momento. Sanísimas y protagonistas de tradicionales recetas, conoce algo más acerca de las coles.
La coliflor, el brócoli, la lombarda, el romanesco o el repollo, son algunos de los integrantes de la extensa familia de las coles, el segundo tipo de hortalizas más cultivado del mundo. Sus diversas variedades, muy diferentes en color, tamaño o textura, tienen un denominador común: todas están deliciosas. Y es que todas estas verduras de temporada son perfectas para formar parte de los menús de los meses de otoño e invierno.
Compruébalo: Coliflor: Es la variedad de col más común y consumida. Tiene una inflorescencia de forma redondeada, carnosa, de gran tamaño y blanca, ya que sus hojas, que son grandes y envuelven el centro, impiden el paso del sol e inhiben el desarrollo de la clorofila, pigmento que confi ere el color verde. El principal componente de la coliflor es el agua. Es un alimento de escaso aporte calórico gracias a su bajo contenido en hidratos de carbono, proteínas y grasas. Se la considera una buena fuente de fibra, así como de vitaminas y minerales.
Coles de Bruselas: También llamadas repollitos, tienen una carne muy delicada con la que se elaboran suculentas recetas. Es el único tipo de repollo que se puede congelar, previa cocción.
Repollo: Conocido como berza o col blanca es, junto a la colifl or, una de las coles más populares. Es un vegetal con un gran contenido en agua, el 90%, por tanto, tiene muy baja densidad calórica. Es rico en vitamina C, que puede perderse si se le somete a una cocción prolongada, y en potasio. Se presenta en distintas variedades, blanco, colorado, repollo chino, crespo o akusai; los tipos siempre dependen del color y la forma de la hoja. Con el repollo se elabora el clásico chucrut alemán, y en potaje también está delicioso.
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