Poner a calentar la leche con la nata y el jugo del pollo asado en una olla con una hoja de laurel para infusionar.
En una olla, poner a sofreír el puerro, limpio y cortado en brunoise con la mantequilla. Cuando esté bien rehogado, añadir el pollo desmigado y sin huesos ni piel y remover para que se integren los ingredientes.
A continuación, agregar la harina y rehogarla bien para que pierda el sabor a crudo. Añadir la leche, la nata que teníamos infusionando sin parar de remover para que no se hagan grumos. Rectificar de sal y pimienta.
Cuando la masa esté bien densa, retirar del fuego, extenderla en una bandeja de vidrio, cubrirla con film y poner a reposar en la nevera para que enfríe y quede compacta y manipulable, durante unas doce horas.
Para rebozarlas utilizaremos una técnica diferente a la habitual, prepararemos una mezcla de la harina con el huevo hasta obtener una textura homogénea y sin grumos. Reservar.
Retirar la masa de la nevera, hacer bolas con ella y rebozarla en este orden: primero sumergirlas en la mezcla de huevo y harina y después, pasarlas por el pan rallado.
En una olla, freír las bolas en el aceite de oliva suave bien caliente hasta dorar. Cuando estén crujientes, retirar y escurrir el exceso de aceite en papel absorbente.
Pelar una lima para poder retirar los gajos al vivo, reservar.
Limpiar las hierbas quedándonos solamente con la parte más tierna deshojándolas, la menta, el perifollo, el estragón. Colocar un gajo encima de cada croqueta y una mezcla de las hierbas que hemos preparado. Servir.
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