Pelar y picar fino las chalotas. Limpiar los dientes de ajo y picarlos menudos. Calentar el aceite de oliva en una sartén y sofreír la chalota y el ajo sin que lleguen a dorarse. Añadir los tomates cortados en cuartos, la mitad del tomillo, una pizca de azúcar, sal y pimienta molida. Cocer suavemente y sin tapar durante 15 minutos. Repartir la preparación en 4 recipientes o cuencos refractarios. Desmenuzar las galletas en trozos medianos y, con la punta de los dedos, mezclarlas con la mantequilla cortada en dados, el resto del tomillo picado (reservar un poco para decorar) y el parmesano rallado. Esparcir la mezcla por encima de los tomates. Dorar 6 minutos bajo el grill del horno. Adornar con tomillo.
Un toque dulce
En realidad el término crumble hace referencia a una preparación dulce; un pastel de frutas recubiertas con harina y mantequilla, y horneado. En esta receta de crumble de tomate también se consigue un punto dulce con el sabor del tomate canario, una variedad de color rojo intenso. Son tomates pequeños y redondos con sabor suave y agradable. Es perfecto para untar en tostadas.
Una galleta con historia
A finales del siglo XVIII, un panadero de Massachusetts elaboró con harina y agua un pan plano que bautizó como pilot bread (pan de piloto). Gracias a su largo periodo de conservación, tuvo gran éxito entre los marineros, que lo rebautizaron como sea biscuit (galleta náutica). Años después, otro panadero del mismo Estado agregó a estas galletas hierbas y semillas, y las metió en un horno de ladrillo: nacieron las crackers, llamadas así por el ruido crujiente.
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