Desde 1894, la casa francesa Eugène Blond elabora unos gofres muy especiales. A una elaboración artesana se le añade una rúbrica en el dulce en la que se puede leer algún mensaje que transmite alegría. Deliciosas palabras.
La tradición del dulce es la tradición de la vida. Pocos alimentos se asocian tanto a la infancia, al transcurrir del tiempo y a los recuerdos. Esta historia de pasados y presentes lleva el nombre de Eugène Blond. Hijo de una familia de pasteleros originaria de Saint-André, una localidad cercana a Lille (Francia), en 1894 empieza a elaborar galletas recubiertas de chocolate pensando en la merienda de los niños. Los famosos gofres. Eugène Blond mezclaba la intuición con unas ideas claras. Su dulce tenía que ser un producto fino y refi nado. Mucho más de lo que se podían consumir en aquellos días. Se le ocurrió una idea sencilla. Marcar los gofres con un pequeño mensaje que transmitiera alegría. Toda esta historia trascurre en un horno especial fabricado en París que todavía se sigue utilizando.
Pasan los días, los meses, los años. Y al frente de la empresa familiar encontramos a Pierre, el hijo de Eugène, y después llegará Didier, su nieto. El calendario señala 1995. Pero pronto se vivirán tiempos complejos. La aparición en Francia de los supermercados y los rodillos de plomo en la elaboración provocan que la fabricación de las galletas se industrialice. Imposible para una pequeña empresa familiar competir con las grandes marcas.
Sin embargo, ocurre un gran cambio. Entra en escena Vicent Duprez. Un emprendedor francés experto en relanzar marcas míticas. Lo hace a través de su propia empresa, Le Comptoir des Flandres. Era 1998. ¿Cómo recuperar la esencia de la compañía después de tanto tiempo y avatares? Recurriendo a la memoria. Gracias a Josette, la empleada más antigua de Eugène Blond, fue posible transmitir todos los secretos de la receta original y la elaboración de los gofres rellenos. Hoy, esos dulces, con el ligero crocante de su triple gofre asociado al fondant de vainilla de Madagascar y su mensaje feliz, ya tienen un espacio en el Club del Gourmet en El Corte Inglés.
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