Alcachofas, tomates o puerros de Tormantos son un imán para conocer esta tierra. Pista para encontrar el tesoro: por aquí huele a pimiento, la joya de la corona.
Pocos productos resumen tanto los sabores de La Rioja como los pimientos. Presentes en numerosos platos de la gastronomía de la comunidad, este producto adquiere la categoría de manjar en el valle del Río Tirón. Ubicado en su extremo occidental, a pocos kilómetros de la orilla del Ebro, casi todo en esta zona gira alrededor del pimiento y las verduras. Las condiciones geográficas y climatológicas de este enclave atravesado por los ríos Tirón y Oja, repleto de vestigios históricos (es lugar de paso del Camino de Santiago), hacen de sus huertas el lugar perfecto en el que producir unas hortalizas de máxima calidad. Desde 1987, Huerta de Tormantos dedica 17 hectáreas para la plantación y recolección de hasta siete variedades diferentes de pimientos: dulce rojo y entreverado, picante rojo y entreverado, piquillo, cristal, cuernocabra picante, calpisa y guindillón. La joya de la corona es el pimiento cristal. “Tiene una carnosidad muy fina, lo que hace que su elaboración sea extremadamente delicada y compleja. Muchos se rompen durante este proceso debido a esa delgadez de sus paredes”, explica Javier Lafuente, gerente de esta empresa, que también embota otras delicias como alcachofas, puerros, tomates, melocotones y peras.
Una vez cosechados, los pimientos se asan con leña de haya y se pelan a mano, uno a uno, con mimo y mucha paciencia. “Todo lo hacemos mediante procesos tradicionales de elaboración y sin uso de herbicidas. Los cristal se pelan a mano sin utilizar agua para mantener todos sus matices gustativos. Esa finura de carne hace que su textura sea muy frágil y delicada. Tiene un dulzor muy suave y sutil y cierta frescura cítrica”. También es muy particular el guindillón, una variedad menos conocida de la que destaca su ligero y delicado punto de picante. “Es un producto fascinante cuya preparación siempre ha de ser en frío, aliñado con un buen aceite de oliva y sal. Va muy bien acompañando un chuletón, en una ensalada de ventresca, en una tortilla de patata…”. Y así podría seguir Lafuente todo el día.
A finales de verano el paisaje de este valle de contrastes se convierte en un lienzo donde los colores chillones y vivos de los pimientos adquieren su máxima expresión. Cuando los asan el aroma impregna el aire de los pueblos de la zona y, por supuesto, las mesas de casas y restaurantes. Como guarnición en carnes, como ingrediente de guisos o ensaladas o para disfrutarlos como plato principal, las posibilidades gastronómicas que ofrecen los pimientos son inmensas. Basta con acercarse hasta esta zona de La Rioja para comprobarlo.
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