La armonía entre la naturaleza japonesa y la artesanía. Un viaje a lo más remota destilería oriental. Con hielo o sin él, un acierto. Exigente.
Fundó hace poco menos de un siglo una destilería cuyo objetivo era introducir en Japón licores de estilo occidental. Tardó 24 años en obtener el primer whisky 100% originario del país nipón y mucho más en crear The Chita, el whisky de Suntory, que llega ahora a España. Para ello, tuvo que esperar hasta 1972, cuando el maestro ya se había mudado a una nueva destilería en Hakushu, situada en el corazón de lo que se conoce como los Alpes japoneses. Sin esta comunión con la naturaleza, con los bosques y las aguas que rodean la destilería, The Chita jamás habría alcanzado su peculiar carácter. “Grandioso, reposado y tranquilo como el brumoso mar de la península de Chita en un día de elegante quietud”.
Así lo define Sinju Fukuyo, el actual maestro mezclador de Suntory Whisky. Claro que al pacto con la bucólica naturaleza nipona hay que sumar la sofisticación que viene de su maduración en tres tipos de barrica: roble americano (que anteriormente ha madurado bourbon), roble español (jerez) y roble europeo (vino). Esa mistura hace que el whisky tenga un nivel de complejidad difícil de superar y lo convierte en todo un referente en el mundo de los maltas. “Destaca por sus matices avainillados, mieles, y por el ligero regusto picante que le dan las barricas de bourbon y jerez”, apunta Rubén de Gracia, bartender y propietario de The Dash, en Madrid.
Elaborado a partir de otros whiskies de tres granos diferentes, su proceso termina cuando alcanza el perfecto equilibrio entre la ligereza que atrae a los nuevos consumidores de whisky y la complejidad que seduce a los que buscan sabores distintos. “Al ser un whisky de grano, suave, es muy fácil de beber”, concluye Rubén de Gracia. Como todo buen whisky, se recomienda primero tomarlo solo, para después añadir unas gotas de agua que cambiarán su estructura. Si se prefiere con hielo, los japoneses utilizan la ice ball: una esfera congelada que se adapta al vaso para enfriar el whisky sin aguarlo al diluirse. Como todo lo japonés, tiene su propio ritual, que comienza con el tallado de la bola por parte del bartender. Después, enfría el vaso, vierte el whisky y lo remueve para homogeneizar la temperatura del destilado por todo el vaso. ¿Puede extrañarle a alguien que su excelencia fuese reconocida en los World Whiskies Awards 2009? El whisky ya no tiene que ser escocés para triunfar en el mundo de los destilados: con paciencia y filosofía, el kimono del samurái ha sabido plantarle cara al kilt de los highlanders.
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