Selección de selectos vinos de diferentes lugares del mundo
Las microcerveceras del Canadá francófono viven su mejor momento. Pale Ale Américaine, de Les Trois Mousquetaires, y La Saison du Tracteur, de Le Trou du Diable, certifican el buen estado de salud del mercado independiente.
La historia de la cerveza quebequesa se remonta a la colonización francesa de América, allá por los siglos XVII y XVIII, y debe también parte de su arraigo a la herencia de belgas y británicos, auténticos maestros en la elaboración de esta bebida. Sin embargo, la atractiva industria artesanal por la que hoy es famoso el Canadá francófono apenas cuenta con 30 años. Pequeños fabricantes se han abierto paso en el mercado internacional gracias a sus cuidadas propuestas y a una guerra de guerrillas basada en la calidad. Las microcerveceras de Quebec pisan fuerte, como demuestran las dos variedades que ahora llegan al Club del Gourmet en El Corte Inglés. Por un lado, Pale Ale Américaine lleva el sello de Les Trois Mousquetaires, una microcasa cervecera ubicada en Brossard, en el área metropolitana de Montreal, que presume de cuidar al máximo sus apuestas. Está especializada en productos artesanales, como atestigua esta cerveza de 5 grados, color ámbar y fermentación alta. Quienes tengan buen paladar, disfrutarán con el toque aromático que le cede el lúpulo de la costa oeste americana. Sin duda, una de las notas que contribuyen a perfilar su carisma y que permiten cruzar mentalmente el Atlántico de un solo trago.
Por otro lado, hay que prestar atención a La Saison du Tracteur, facturada por una de las casas independientes que más fama ha cosechado en el panorama cervecero de Quebec, la cooperativa Le Trou du Diable. Se trata de una apuesta de estilo Saison, herencia belga y tono anaranjado que combina la ingenuidad del Nuevo Mundo con el toque rústico del Viejo Continente.
Sus fabricantes, con numerosos premios a sus espaldas, aseguran que la diseñaron específicamente para que los agricultores que trabajan bajo el sol pudieran culminar su jornada dándose un homenaje. Por suerte, este refrescante trago ha dejado de ser un patrimonio exclusivo de quienes se dedican a arar la tierra.
Glen Breton es el primer y único whisky puro de malta de Canadá, un país que hasta ahora se limitaba a las mezclas. Sus suaves matices a roble tostado, naranja o mazapán le han brindado fama mucho más allá de Cap Breton.
Tiene color oro pálido y un aroma con matices ahumados y de miel. Con su sabor meloso, conseguido a través de suaves notas de naranja, mantequilla, mazapán y roble tostado, Glen Breton es el primer y único single malt whisky de Canadá. Toda una hazaña en un país que hasta ahora sólo se atrevía con los blended; es decir, con las mezclas de whiskies de malta y grano. Tras mucho esfuerzo, Glenora Distillery ha logrado presentar en sociedad un whisky pionero en Norteamérica, que en 2003 pudo por fin añadir a su botella la etiqueta “10 años de maduración”.
Ubicada en Cap Breton, Nueva Escocia, la destilería debe buena parte de sus logros a Bruce Jardine, el hombre que se empeñó
en hacer que la esencia del whisky volviese a cruzar el Atlántico. Si los escoceses habían fundado aquella región, la más oriental de Canadá, podía recuperarse su huella y, ¿por qué no?, también su bebida estrella.
Hoy, son precisamente las raíces de sus ancestros las que le permiten utilizar el prefijo ‘glen’, un término que designa a ciertos valles de las highlands recorridos por un arroyo, vetado para las destilerías no escocesas. Aun así, el whisky puro de malta Glen Breton se muestra orgulloso de su tierra y su presente, como demuestra la hoja roja de arce que exhibe su etiqueta. Presente en el Club del Gourmet en El Corte Inglés, ha cosechado muy buenas críticas, entre otras, las de Wine Enthusiast Magazine, que la incluyó entre los 50 mejores destilados del mundo.
Los inviernos de Ontario son idóneos para la elaboración de vinos de hielo. Allí nace Vidal, de bodegas Pillitteri, un blanco canadiense fresco, dulce y complejo que bebe de las cosechas congeladas de enero.
Ontario se encuentra en la misma latitud que Burdeos y Toscana, sólo que al otro lado del Atlántico. Los inviernos en esta provincia canadiense, con un microclima único, son los suficientemente fríos como para permitir la óptima producción de vinos de hielo, elaborados a partir de uvas heladas que se prensan cuando están todavía congeladas. Allí se fundó en 1993 Pillitteri Estate Winery, en la actualidad la mayor productora del mundo por delante de Alemania, donde esta especialidad comenzó a desarrollarse de manera accidental en 1794.
Esta bodega canadiense, fundada por un emigrante originario de Sicilia a mitad del siglo XX, trae ahora hasta el Club del Gourmet en El Corte Inglés su vino de hielo Vidal. Este carismático blanco, procedente de las cosechas que se llevan a cabo en los últimos días de enero, se elabora a partir de la variedad vidal, un híbrido entre ugni blanc y rayon d’or adaptado a los climas fríos. Entre sus características, su alto contenido en azúcar y su buen nivel de acidez.
Opulento y rico en boca, el vino de hielo Vidal revela una amplitud de sensaciones. Su fino y persistente sabor a frutas exóticas, como el mango, la piña y la fruta de la pasión, le brinda frescura y un dulzor sedoso, además de un final largo y complejo. Todo ello lo convierte en una opción ideal para acompañar quesos azules, chocolate blanco, frutas, tarta de queso, crema de queso, foie gras o, simplemente, para prolongar una agradable sobremesa después de una buena comida.
Utilizando levaduras especializadas en altos contenidos en azúcares, bodegas Pillitteri lleva a cabo la fermentación del
mosto en depósitos de acero inoxidable durante seis semanas. Como resultado, el vino de hielo Vidal presenta un 12% de alcohol y un azúcar residual de 190 gramos por litro. Pese a que su nombre pueda inducir a pensarlo, no se debe congelar este producto, puesto que perdería parte de su calidad. Para saborearlo en toda su plenitud, lo mejor es servirlo a una temperatura de entre 10 y 12 grados.
El logo redondo de Orben encierra mucho más que un toque de diseño. A través de las nuevas técnicas, esta bodega de la Rioja Alavesa es capaz de extraer lo mejor de los viñedos viejos para enriquecer su ciclo vital.
Pitágoras decía que la felicidad consiste en saber unir el final con
el principio y, por muy enigmático que resulte, eso es precisamente lo que intentan hacer en Bodegas Orben. Armonía, continuidad, retorno a los orígenes. El logo circular que aparece en sus botellas le dará algunas pistas sobre la filosofía de los magníficos riojas que contienen, empeñados en unir lo viejo con lo nuevo. Estamos ante unos caldos redondos, flexibles como la línea que se enrosca sobre sí misma para conectar el pasado y el futuro y dibujar el perímetro de un mundo que gira alrededor del vino.
Ubicadas en el privilegiado entorno de Laguardia, Bodegas Orben hunden sus raíces en una de las zonas más admiradas de la Denominación de Origen Califi cada Rioja. Parte de su secreto reside en la potencia de sus 74 microparcelas de viñedos viejos, anclados en las fértiles tierras de la Rioja Alavesa como centinelas del tiempo. Aquí la uva pequeña se vendimia a mano, se recoge racimo a racimo. La sabiduría de la tradición tiene mucho que decir en este mimado proceso vinícola, pero siempre va montada en el carro de la vanguardia. Los nuevos conocimientos técnicos se incorporan a la antigua receta, sin perder jamás de vista la esencia de lo añejo ni el carisma de los caldos. Quizás el moderno edificio que alberga Bodegas Orben, con su sala de catas, su enotienda y su centro de alta restauración, sintetice bien ese espíritu alquimista, obstinado en fusionar arquitectura, vino y gastronomía.
Una vez más, el circulo se cierra.
James Bond siempre ha sido un sibarita, así que no es de extrañar que en la película ‘Spectre’ se decante por el vodka Belvedere. La firma polaca reactualiza su botella Silver Saber en honor al espía más exquisito.
la película Spectre está al caer. El próximo 6 de noviembre se estrenará en todo el mundo la vigesimocuarta entrega de la saga 007 y el agente secreto más elegante del mundo irrumpirá en las pantallas envuelto en explosiones, tiroteos y glamour. Sin embargo, ni el más maligno de los villanos será capaz de hacer que el espía renuncie a su cóctel preferido. En esta ocasión será el combinado de vodka Belvedere shaken or stirred. Excelente opción, Mr. Bond. Para celebrar el buen gusto de 007, la exclusiva fi rma polaca reactualiza su botella Silver Saber, disponible en el Club del Gourmet en El Corte Inglés. Todos aquellos que deseen saborear el acabado suave, sutil y dulce de este vodka premium podrán hacerlo ahora con un plus de diseño. Elaborado integramente con Centeno Oro de Dankowskie y mezclado con agua de su propia fuente prístina, Belvedere se distingue por su carácter natural y sin aditivos.
“La actitud fría del agente y su elegante sofisticación encaja perfectamente con la elección de un combinado de vodka”, asegura Dwing Caines, presidente de márketing de Sony Pictures, que colabora junto a Metro-Goldwyn-Mayer con la firma de vodka para Spectre.
Por su parte, el presidente de Belvedere Vodka se muestra “encantado” de que su marca se asocie con la película: “James Bond está reconocido como uno de los creadores de tendencias más admirados e influyentes del mundo, y nuestra marca cada día lo es más”, señala.
Los mejores maltas ya no vienen de las ‘highlands’, sino de Japón. Yamazaki 12 Años combina el buen hacer de la tradición anglosajona con la delicadeza y el exotismo de Oriente. ¡Tiembla, Escocia!
los incondicionales del whisky siempre han tenido los ojos puestos en Escocia, pero las cosas están cambiando. La destilería Yamazaki lleva tiempo demostrando que Japón no sólo es capaz de igualar la apuesta, sino de superarla. Uno de sus maltas fue elegido el año pasado como el mejor del mundo, dejando a muchos perplejos y el orgullo del Scotch herido. Tanto aprendieron de los maestros que los desbancaron.
Fundada en 1923, Yamazaki es la primera y más antigua destilería de Japón, además del alma de la compañía Suntory. Su precursor, Shinjiro Torii, arrancó a finales del siglo XIX con un negocio de vinos importados de Europa y más tarde detectó la necesidad de ofrecer sus propios productos. Para lanzar el primer whisky nipón estudió a fondo la tradición escocesa. Quería elaborar un licor de alta calidad, pero añadiéndole un toque propio. En la antigua región de Minaseno, encontró la tierra que buscaba para madurar un whisky con carácter. Esta zona brumosa, donde confluyen los ríos Katsura, Uji y Kizu, reunía las condiciones de humedad ideales para conseguir su objetivo: un sabor único. Por fortuna, no hay que irse hasta el país del sol naciente para catar este caldo oriental. El whisky Yamazaki 12 Años puede encontrarse ya en el Club del Gourmet en El Corte Inglés. Su aroma a fruta madura y su suave fragancia a vainilla conquistarán a los amantes de este licor, mientras que los más sibaritas podrán apreciar también las notas que le prestan las barricas de madera de Jerez y de Mizunara, el roble japonés.
El corazón de la marca late en esta botella 12 Años, el primer whisky japonés que ganó la medalla de oro en un concurso internacional, aunque también cuenta con los apreciados Distiller’s Reserve, 18 Años y 25 Años.
Terracita, jaleo y buen rollo. El Bandarra deja bastante claro que este vermú caoba del Alt Penedés, con aroma de regaliz, toques cítricos y clavo, está diseñado para disfrutar de la vida sin complejos. ¡Salud!
Hacer Bandarrismo significa sentarse a beber un trago en buena compañía y vivir el momento. Pero ¿qué es un bandarra? En catalán, algo así como un gamberro. Y en castellano el concepto no se aleja demasiado. Sin duda, la bodega Martí Serdà ha escogido la palabra perfecta para bautizar este vermú que nace con vocación lúdica y canalla. En su base, el vino de macabeo y xarel·lo del Alt Penedés. Elaborado tras una larga maceración con más de 50 extractos de hierbas, flores y especias naturales, y equilibrado en barricas de roble, El Bandarra recupera el espíritu de las bebidas populares. De color caoba y reflejos anaranjados, está pensado para ser compartido con alegría y mucho buen humor. Todo en este vermú de 15 grados, disponible en el Club del Gourmet en El Corte Inglés, es una celebración del buen rollo, empezando por su sabor y terminando por el diseño de su botella. La canela, la vainilla, el cardamomo, el romero o la naranja amarga son en parte responsables de que su entrada en boca sea suave y golosa. El aperitivo consigue un buen equilibrio de dulzura y amargura que deja un posgusto amable, ligero y persistente, mientras que en aroma predomina el regaliz, los toques cítricos y el clavo. Pura fiesta.
Por otro lado, el vidrio está serigrafiado en colores vivos como homenaje al cartelismo de los bares de los años 50. Si los antiguos camareros escribían la oferta gastronómica en el cristal de sus locales, El Bandarra la lleva incorporada en su envase con la misma tipografía. “Bien fresco”, se lee entre las múltiples expresiones catalanas que envuelven el recipiente de este desenfadado vermú. Habrá que tomar nota. El guiño de El Bandarra a las viejas costumbres no termina ahí. Sus creadores han querido rescatar para la nueva botella un cierre con mucha historia, idéntico a los que se utilizaban antes para la gaseosa o el vino a granel. Toda una declaración de intenciones que, además, permite el reciclaje.
Como buena bebida gallega, St. Petroni encierra un toque de magia. Sus destellos cobrizos y su dosis de ajenjo, la hierba santa que inspiró a Oscar Wilde, convierten el aperitivo en un ritual extraordinario.
Quienes saben disfrutar de la vida no pasan por alto la hora del vermú, ese placentero paréntesis que consigue aportar alegría y chispa al día a día. Para ellos llega St. Petroni, un licor aperitivo 100% gallego que presume de ser el más diferenciado del mundo. Elaborado con una meticulosa selección de las mejores cepas de albariño y una selección de hierbas naturales ancladas en la mágica tradición gallega, este exquisito líquido se revela cristalino y brillante. Su color rojo oscuro con destellos cobrizos es toda una invitación al disfrute, sobre todo si se acompaña de un poco de hielo y un toque de piel de naranja. En nariz destacan frutas maduras, vainilla y pastelerías delicadas, envueltas de matices balsámicos, medicinales y especiados. El paso por la boca empieza con una entrada fresca, amplia y elegante, capaz de equilibrar acidez, dulzura y amargor. Para comprobarlo, basta con pasarse por el Club del Gourmet en El Corte Inglés.
Vermú de volumen, amplitud y largo recorrido, St. Petroni ofrece un posgusto de golosina amarga e intensa. Todo ello es posible gracias a la maceración artesanal y controlada de 29 plantas en alcoholes puros autóctonos. Sólo en el corazón de las Tierras Sacras, donde se fragua, es posible que la hoja de laurel, la hierbaluisa, la menta, el romero, el tomillo, la salvia o la melisa se alíen con pieles de naranja dulce y amarga, con pulpas de limón, flores de hibisco y manzanillas. De entre todos los ingredientes botánicos que contiene St. Petroni, la estrella sin duda es el ajenjo. Esta hierba santa, utilizada por Oscar Wilde, Dalí, Da Vinci o Boticelli para buscar la inspiración, hace latir el corazón de este vermú único. No es, sin embargo, el único elemento sagrado que despliega St. Petroni.
La marca gallega recupera para su logo un antiguo símbolo celta ligado al Camino de Santiago: la oca. Como todo en este licor que se nutre del microclima del Val de Padrón y del aura de Finisterre, encierra un toque de magia.
La bodega Coca i Fitó se alía con Roig Parals para alumbrar Tocat de l’Ala y Tocat de l’Ala blanc, dos vinos singulares con DO Empordà. Frescos y afrutados, son el resultado de un cultivo sostenible con sello catalán.
Los hermanos Toni y Miquel emprendieron su aventura vitivinícola en 2006 buscando la excelencia y la singularidad, pero empujados por su deseo de elaborar caldos que transmitieran ilusión y emociones. Para ellos, un buen vino no debe ser sólo sinónimo de calidad, sino de diálogo, humanidad y conexión con la tierra. Casi diez años después de la creación de la bodega Coca i Fitó, pueden estar satisfechos. Sus cuidadas creaciones, producto de la sabiduría enológica de Toni y el sentido gastronómico de Miquel, tienen frescura, carácter y gancho, más un inconfundible toque catalán.
Aunque trabajan con las DO Montsant, Terra Alta y Ribeira Sacra, una de sus señas de identidad son sus vinos singulares con Denominación de Origen Empordà. Es aquí, en esta bella tierra que se extiende desde los Pirineos al Mediterráneo, donde nace la serie Tocat de l’Ala (‘tocado del ala’). Este proyecto, quizás un guiño a las pequeñas locuras, surgió en colaboración con la bodega Roig Parals y es fruto de un cultivo integrado y sostenible. Garnachas, cariñenas viejas y un poco de syrah se alían con suelos calcáreos, de sílex y pizarras para alumbrar unos vinos frescos, afrutados y ricos en minerales que llenan el paladar.
El blanco joven DO Empordà Tocat de l’Ala blanc es un buen representante de la comarca: refrescante, agradable y de buen paso por la boca.
Sus variedades autóctonas garnacha blanca y macabeo, envejecidas con cuatro meses de crianza sobre lías, le prestan notas cítricas y tropicales, de frutas maduras blancas y de flores de tocador. Por su parte, el tinto Tocat de l’Ala no se queda atrás. Elaborado a la manera tradicional con una pequeña crianza en roble francés, está diseñado con uva seleccionada de viñas viejas procedentes de varias localidades del Alt Empordà. Fino, meloso y redondeado en el paladar, destaca por su fruta y su frescura, pero también por su capacidad para condensar el espíritu de este rincón catalán. El diseño de ambas botellas, disponibles en el Club del Gourmet en El Corte Inglés, lleva el sello del ilustrador Oriol Mal.
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