¿Sabíais que las grasas tienen un papel fundamental para nuestro organismo? No solo nos aportan energía, también forman parte de las estructuras de nuestro cuerpo o nos aíslan de temperaturas extremas, entre otras funciones.
¿Y en la cocina? ¡Ni os cuento! Son fundamentales para aportar palatabilidad a nuestras elaboraciones y nos ayudan a subir la temperatura para que los alimentos queden tostados y crujientes.
Así que, como las grasas son importantes, vamos a enseñaros cómo utilizarlas de forma correcta y saludable, tan sencillo como seguir estos pasos.
1. Elegir una buena grasa para cocinar: El aceite de oliva virgen extra, también conocido como AOVE, es la opción de preferencia. No solo porque tiene un sabor que va a asegurarnos el éxito de nuestros platos, sino porque no es un aceite refinado, esto es sinónimo de que es rico en antioxidantes y es una grasa monoinsaturada.
2. ¡La temperatura!: Seguro que más de una vez habéis echado aceite a la sartén, os habéis despistado y, de repente, huele a “aceite quemado” y la sartén ha empezado a humear. Esto se conoce como punto de humo, punto en el que los aceites comienzan a descomponerse generando compuestos tóxicos y estropeando el sabor de la comida que se está cocinando. Si utilizamos aceite de oliva virgen extra, lo ideal es no superar los 160ºC, pero si no tenemos termómetro…simplemente cocinemos antes de llegar a ese momento. ¡Y nada mejor que utilizar el AOVE siempre que podamos en crudo!
3. Las cantidades: Os voy a contar un truco para ganar en salud y ahorrar en aceite. Muchas veces echamos el aceite en la sartén fría y, cuando se calienta, el aceite se vuelve más fluido y nos sobra por todas partes. A partir de ahora intentemos echar el aceite cuando la sartén ya esté caliente, ¡veréis como os dura mucho más!
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