Con productos exclusivamente de Aragón Manuel Segura eleva a la categoría de arte las rosquillas de Daroca. Una delicia hueca.
Aunque la Historia sitúa el origen de la rosquilla en la antigua Roma, cuenta la leyenda que debemos su forma agujereada a la desesperación de un marinero estadounidense. Hanson Gregory, que así se llamaba, estaba cansado de que, al freír en aceite las bolas de masa de huevo y harina, estas le quedaran crudas por el centro. Un día de 1847 su enfado le llevó a golpear con un pimentero la bola que tenía delante. ¿Iluminación o arrebato de ira? Difícil saberlo, pero el resultado fue un agujero redondo en la mitad que permitía que el resto del bollo se cociera de forma uniforme. El invento dio enseguida la vuelta al mundo convirtiéndose en algo universal. Saltamos 27 años y viajamos hasta la calle Mayor de Daroca, en Zaragoza, donde en 1874 Manuel Segura Esteban abrió su zuquería, un comercio de dulces que tenía el obrador en la planta superior. Él se encargaba de la elaboración y su mujer de la venta al público, aunque por las tardes Manuel cogía su burro y se iba por los pueblos de alrededor a vender sus productos. Han pasado seis generaciones y los herederos de Manuel Segura siguen al frente del mismo negocio, que ha sobrevivido casi siglo y medio a todo tipo de altibajos y dificultades. “El secreto es que cuidamos mucho los ingredientes y una tradicional pasta casera que se ha vuelto una delicia. Tanto los huevos, como la harina y el aceite son de Aragón”, explican orgullosos desde esta casa. Pero no hay que quedarse solo con las palabras, aquí lo importante es probar las rosquillas huecas o de aire que elaboran en Manuel Segura para comprobar que tanto esfuerzo ha merecido la pena. Un producto delicioso, cuya preparación, en boca de sus responsables, resulta sorprendentemente sencilla: “Se preparan con una masa escaldada de harina, aceite y agua, y poco a poco se añade huevo. Una vez la masa ha adquirido la consistencia deseada, se hacen bolitas de masa y se les practica un agujerito en medio para hornearlas a continuación. Al salir del horno, se les da un baño rápido en almíbar y se espolvorean con azúcar”. Podemos intentar cocinarlas en casa, pero es muy probable que no nos salgan igual. Hay un ingrediente secreto que no está al alcance de cualquiera: un legado centenario.
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