AROMA FINO, DELICADO SABOR Y SUAVE TEXTURA SON LAS NOTAS DE CATA QUE, DESDE 1904, HAN DADO RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL A ESTA MATERIA GRASA ARTESANA NACIDA EN EL CORAZÓN DE NORMANDÍA.
Dicen los que saben de gastronomía que Echiré es la mejor mantequilla del mundo. Un producto que degustan príncipes, reyes y emperadores, que no falta en las mesas de los hoteles más lujosos de los cinco continentes y que acompaña las comidas de la alta política mundial.
Esa es la carta de presentación de una mantequilla excelente que elabora la Cooperativa Lechera de Echiré, un pequeño pueblo de Normandía. Todos los días, incluso los domingos, a las instalaciones de la lechería –que cuenta con más de un siglo de antigüedad– llega la leche producida por una cincuentena de ganaderos establecidos en un radio de 30 kilómetros que trabajan con vacas autóctonas criadas en los pastos de la zona.
La tradición marca el proceso de elaboración de esta mantequilla. Una vez recogida la leche, la nata se madura lentamente, con los mejores fermentos naturales seleccionados, durante 18 horas. Seguidamente, se agita en lotes pequeños en mantequeras de madera de teca y se lava con agua procedente del manantial del pueblo, que mana en el corazón mismo de la lechería. Así se obtienen las delicadas partículas de mantequilla, que se empaquetan con una máquina que permite un llenado en frío de entre 30 y 50 gramos, sin calentar la materia grasa, a fin de preservar todos sus aromas.
En Echiré saben que la pasión por el oficio es clave a la hora de fabricar su producto. Por eso, prefieren anteponer la calidad de la mantequilla a cualquier otra consideración. Y la calidad pasa por una producción limitada a 900 toneladas al año de sus dos cremosas variedades: natural y media-sal.
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