Septiembre es un mes con "R" y, según la tradición (basada en los ciclos biológicos), este es un momento óptimo para poner en la mesa los mejores mariscos (moluscos, crustáceos y cefalópodos) de nuestros mares.
Siempre a partir del agua en ebullición, a la que habremos añadido laurel al gusto y abundante sal gorda. Gambas, langostinos y percebes, se añaden al agua hirviendo y cuando vuelve a hervir se retiran del fuego.
Cigalas, de 1:30 a 3 minutos.
Mejillones, de 8 a 10 minutos.
Almejas, unos 2 minutos (o hasta que se abran).
Nécoras, unos 5 minutos.
Centollos y buey de mar, 18-20 minutos.
Bogavantes y cigalas, entre 18 y 30 minutos, en función de cual sea su tamaño.
Pocos alimentos pueden llegar al nivel de exquisitez de los mariscos. Tanto, que casi siempre los asociamos con las grandes celebraciones. Septiembre es un mes ideal para degustar marisco en su mejor momento, ya que tras su ciclo reproductivo (que suele acabar en agosto) su carne es más firme y sabrosa. Aparte de deliciosos, los mariscos son muy ricos desde el punto de vista nutricional (proteínas y minerales), pero con la ventaja de que tienen muy pocas grasas y calorías.
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