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Cocido madrileño: un plato para combatir el frío invernal

A finales del siglo XIX, como cuenta el divulgador gastronómico Miguel Ángel Almodóvar en su libro ‘Eso no estaba en mi libro de historia de la cocina española’, en las mesas españolas los cocidos eran muy populares, y en las de Madrid no lo fueron menos. El denominador común a todos era el garbanzo, y el resto de los ingredientes variaban en función de los que podía tener acceso cada familia. Una práctica habitual en esa época era el compartir un hueso de jamón: un comerciante ambulante iba por las casas con un hueso atado a una cuerda y lo introducía en el agua durante el tiempo acordado. Obviamente, ser el primero y contratarlo por más tiempo, era la mejor opción (también la más cara).

Hoy en día, el cocido madrileño estándar se elabora con garbanzos, pollo, ternera, morcilla, zanahoria y patata.

¿Sabías que…?

Evidencias claras de la existencia de las coles de Bruselas datan del siglo XVIII. Pertenece a la familia de las crucíferas, es originaria de Europa y tiene un peculiar sabor, con algunas similitudes a la mostaza (aunque sea por afinidad, cocidas y salteadas con mostaza en grano de Dijon quedan, sencillamente, deliciosas). Tienen tintes amargos, un sabor que concentran en el interior: si no se es muy adepto al amargo, lo mejor es cocerlas cortadas por la mitad y así pierdan gran parte de su amargor.