PAGO DE LOS CAPELLANES: TINTOS CON UN POTENCIAL MUY PERSONAL, FRUTO DE LA TRANQUILIDAD, EL CARIÑO Y LA PACIENCIA.
Ubicado en el término municipal de Pedrosa de Duero, en pleno corazón de la Ribera del Duero, se sitúa el Pago de los Capellanes. Es ésta una propiedad situada a un kilómetro escaso de Pedrosa de Duero (pueblo burgalés en el que se vendimian algunas de las mejores uvas de la Ribera del Duero), así llamada porque en un pasado, ya lejano, fue propiedad de la iglesia y lugar frecuentado por los capellanes de la parroquia de Pedrosa.
La gente del pueblo donaba pequeñas parcelas a cambio de misas, funerales...y Los Capellanes se hicieron con una gran extensión de terreno (una parte donde se encuentra situada la bodega). Con la desamortización de Mendizábal en 1823, esas tierras volvieron a manos del Ayuntamiento, pero a día de hoy, la gente sigue llamando a este pago, el de los Capellanes.
La finca que nos ocupa fue heredada por el matrimonio Rodero-Villa y aunque en sus orígenes apenas si había unos miles de cepas, en la tradicional forma de vaso, el buen hacer y el cariño puesto en estas tierras logran que hoy en día, Pago de los Capellanes cuenta con 100 hectáreas de viñedo propio, en espaldera, empleando exclusivamente la variedad autóctona Tempranillo para sus vinos. Capturando así, la verdadera esencia de los vinos de la Ribera del Duero.
Si bien ya en la década de los 80 el matrimonio Rodero-Villa tenía concebida la Bodega, no será hasta 1996 cuando comiencen las obras. Y al igual que ocurrió con las viñas, la metodología tranquila, sin prisas, que requieren las cosas bien hechas, llevan a este año la construcción de la primera bodega, o bodega de elaboración. Es en este marco donde se realiza la primera vendimia, seleccionando el orden de las parcelas según su momento óptimo de graduación, color, azúcares, estado sanitario, etcétera.
Con esta base y aplicando las últimas tecnologías de elaboración (acero inoxidable en todas las instalaciones, prensa neumática y equipos punteros en su gama,...) se obtiene la calidad deseada para nuestros caldos.
Y si el “paso a paso” ha sido norma principal en el viñedo, lo mismo ocurre en la bodega, donde nuestros vinos reposan y rematan su calidad en botella, sin salir al mercado hasta su momento óptimo, evitando los verdores de las prisas. Este periodo de envejecimiento es importantísimo para que los vinos, cuando se degusten, estén en su mejor momento.
“Disfrutemos del vino. Con calma. Admirando su color, gozando de sus aromas y paladeando su exquisitez”
ESTRICTO CONTROL DE CALIDAD
La producción reducida, permite el estricto control de la calidad final del producto, así como el seguimiento personal de todas las partidas embotelladas. Con una uva como la descrita, y el respaldo de grandes añadas era fácil imaginar el resultado de las vendimias: grandes vinos jóvenes y con amplias cualidades para su crianza. En cuanto al futuro del viñedo, la plantación actual alcanza 100 has. cifra techo en la que se basan los objetivos de la Bodega para poder elaborar en torno a las 700.000 botellas anuales, sin perder el control de cada partida y de cada añada y con el objetivo de mantener sus altos niveles de calidad.
Para degustar el vino de Pago de los Capellanes la botella tiene que abrirse con cuidado de no dañar el corcho, que tan bien ha protegido el vino durante su envejecimiento. Lo sacaremos lentamente y sin romperlo. Con el mismo cariño, decantaremos el vino para que respire, al menos una hora antes del servicio, aunque en muchos casos sería conveniente hacerlo con doce horas de antelación.
Finalmente, disfrutemos del vino. Con calma. Admirando su color, gozando de sus aromas y paladeando la exquisitez del trabajo bien hecho, de las bondades de nuestras uvas. Comprenderemos entonces por qué mereció la pena tanto esfuerzo y el tiempo de paciente espera.
“La base de su elaboración es la ‘tempranillo’, con la idea de capturar la esencia de la Ribera”
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