Lavamos las patatas sin pelar bajo el grifo. Podemos cepillarlas suavemente para que la piel no se desprenda. Las secamos y atravesamos con un descorazonador por el centro pero a lo largo. El “cilindro” de patata que hemos quitado se conserva. Casi a su mismo tamaño, pero un poco menor, cortamos el trozo de chistorra. Con él rellenamos el centro. Después, sellamos la patata con los extremos del tubo de patata. Encendemos el horno a 230 grados. Y, mientras se calienta, vamos cortando unos cuadrados de papel de aluminio para envolverlas. Dejamos que se asen 45 minutos. Las sacamos y, todavía envueltas, dejamos que reposen 10 minutos. Luego, retiramos el papel, las cortamos en rodajas con la piel e insertamos el palo. Como guarnición, podemos acompañarlas de unos aros de puerro salteados en la sartén y una espiral de tomate frito. Y nuestras piruletas de patata ¡ya están listas para comer!
CONSEJO: La fina piel de las patatas concentra la mayoría de los nutrientes. Por eso, es tan recomendable conservarla en recetas divertidas y fáciles de comer como esta.
DEDICATORIA: Inspirada en la lucidez y simpatía de Maritxu Mikeleiz, de 102 años, de Esparza de Salazar, Navarra.
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