La primera operación es sacar la pulpa de las vainas de tamarindo. Al retirar la cáscara, las semillas (una especie de bolas) vienen unidas por unas hebras o hilo que hay que desechar. Después, se abre cada uno de los frutos y se retiran las semillas que están en su interior. En el collage se pueden ver estas operaciones.
Poner la pulpa de tamarindo una vez libre de semillas en un cazo y dejar unos minutos en remojo, mejor en agua templada para ablandarla. Después, encender el fuego y continuar removiendo para deshacer la pulpa, con cuidado de que no se nos pegue. Añadir azúcar y un poco de vinagre y seguir removiendo con la cuchara.
Hay varias posibilidades con esta salsa, para personalizarla o adaptarla al plato que se pretenda cocinar con ella. Si se quiere dar un toque picante al sabor natural intenso y con cierto ácido del tamarindo, se pueden añadir pimientos o chiles y un chorro de limón. También es frecuente añadir un poco de tomate frito, o un poco de maicena disuelta en agua fría, para darle cuerpo y textura a la salsa.
Si se va a utilizar en platos de cocina asiática, se pueden agregar una o dos cucharadas de salsa soja, que condimentará la salsa de tamarindo y le dará un toque oriental. También se puede añadir citronella o limoncillo finamente picado, o 1/2 diente de. Para terminar la receta, triturar todos los ingredientes con la batidora y pasar la salsa resultante por un colador para eliminar los restos o grumos que puedan haber quedado, añadiendo agua en su caso si queda demasiado espeso.
Degustación
La salsa de tamarindo es excelente para usar como condimento en purés de verdura, añadiendo una cucharadita de postre a cada plato al servirlo, y también para aderezar ensaladas, o condimentar platos de carnes, pollo y pescado.
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