Desde 1826, la familia ginebrina Favarger elabora chocolate. Lo hace de forma artesanal. Controlando todo el proceso. Ese que va de la procedencia del cacao hasta su tueste. Un equilibrio perfecto entre fabricación y calidad de los ingredientes.
Esta es una historia de amor y recuerdos. Pasión por la elaboración del chocolate y memoria por los orígenes. El relato de la familia Favarger.
Todo comenzó en 1826. En Ginebra (Suiza). Una ciudad que desde siglos se asocia al lujo, la belleza y el disfrute de la vida. Si nos acercamos más veremos una calle. El número 5º de Quai des Etuves (hoy Quai des Bergues). Allí abre su primera tienda Favarger Manufactures. Un espacio especializado en la elaboración artesana de chocolates.
Pronto se convierte en un referente. Dos de sus elaboraciones, Aveline y Avelinette, se transforman en los snacks favoritos de media tarde de los niños. El calendario marca 1922. Estos productos serán las bisectrices que guiarán las líneas maestras a través de las cuales la casa creará sus recetas. Un chocolate suave y cremoso elaborado a partir de los mejores ingredientes. Porque una de las particularidades de Favarger Manufactures es que controla todo el proceso de la creación de este alimento. Ya que si existe un gran secreto en la empresa ese es la calidad de la materia prima con la que trabaja. Y el mimo. Desde la selección de los granos de cacao a las almendras y avellanas que se utilizarán. Sin descuidar la leche, que procede de las mejores granjas de las montañas suizas. Favarger es el último gran productor de chocolate que queda en Ginebra. Un extraordinario bocado de leche y cacao que se puede disfrutar en el Club del Gourmet en El Corte Inglés, y cuyo legado ha transmitido hasta nuestros días la familia Favarger.
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