Limpiar los champiñones y retirar la parte terrosa; filetearlos y colocarlos en una fuente de cristal. Espolvorear con sal, azúcar moreno y pimienta molida; repartir por encima unas hojas de perejil. Pelar el calabacín y cortarlo en rodajas de 1/2 cm de grosor. Disponerlas sobre los champiñones y sazonar con sal, azúcar moreno y pimienta molida. Lavar los tomates, secarlos y cortarlos en rodajas de tamaño similar. Disponerlas sobre el calabacín y sazonar de nuevo con sal, azúcar moreno y pimienta molida. Repartir por encima unas ramitas de perejil. Regar con un aliño elaborado con aceite, el zumo de limón, la mostaza de Dijon y el vinagre balsámico, haciendo que penetre bien por todos los lados. Tapar con film de cocina y reservar durante 24 horas en la nevera antes de servir. En invierno, sacar de la nevera una hora antes de consumir las verduras para que se atemperen un poco.
Un buen condimento
La mostaza de Dijon es la primera que apareció, en el siglo XIII, tal y como la consumimos hoy, en pasta. Está elaborada con mostaza negra y gris -ambas más fuertes que la blanca- y lleva vino blanco y vinagre; tiene un sabor más picante y es perfecta para carnes y ensaladas. La mostaza es baja en calorías y colesterol.
Otras opciones
Este plato se puede elaborar con distintas verduras: puerro, brócoli (solo las flores), calabaza amarilla, apio, pimientos o zanahoria. El resultado es el mismo; una ligera y sabrosa entrada. El aliño también puede variar; mezcla el zumo de limón y el aceite de oliva con salsa inglesa (worcestershire) o salsa Perrins.
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