Sin duda, la gastronomía de Galicia está fuertemente ligada a sus vinos: caldos afrutados y aromáticos, casi siempre blancos, que servidos muy fríos son el mejor acompañamiento para el marisco; uno de los tesoros culinarios de la costa.
Vino blanco seco por excelencia, la zona de producción del Albariño contemplada bajo la D.O. Rías Baixas, se divide en cinco zonas, cuatro de ellas pertenecientes a la provincia de Pontevedra y, una al sur de A Coruña: Salnés, Rosal, Condado del Tea, Soutomaior y Ribera del Ulla. Allí se consigue un tipo de vino que, como lo denominó el escritor Álvaro Cunqueiro es "El Príncipe dorado de los vinos". Y es que para sus habitantes, sin duda, el Albariño es el mejor vino blanco sin crianza del mundo. Por eso sus gentes festejan desde hace décadas esta feliz tradición en un bello entorno, rodeados de campos verdes y de piedra llena de musgo.
El Albariño es un blanco con cuerpo, afrutado, sabroso y seco; con alta concentración de alcohol y acidez. El caldo procede de la uva Albariña, una variedad pequeña, con alta densidad, acidez, sabor dulce y fuertemente concentrado, que se desenvuelve perfectamente en las condiciones climatológicas que produce el Atlántico. El grosor de su piel resiste bien la alta humedad de las Rías Baixas, a la vez que las temperaturas suaves, el sol y las lluvias intensas favorecen el desarrollo adecuado de los viñedos. Todo esto hace que estos vinos destaquen por ser frescos, jóvenes, aromáticos y con personalidad. Este vino se sirve siempre frío y es ideal para acompañar fundamentalmente mariscos, pescado, arroces y aves.
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