De casta le viene a The Mascot

En las entrañas de Napa Valley nace un vino que habla de nobleza, linaje y lealtad. The Mascot brota de las cepas más jóvenes en los dominios de la familia Harlan: los excepcionales terruños de Harlan Estate, Bond y Promontory, para custodiar la esencia y exclusividad de estos viñedos. Un tesoro líquido pensando para disfrutar y compartir, un vino más accesible que los prestigiosos Crus de estas fincas, pero igualmente gratificante.
Producido en cantidades limitadas, The Mascot aúna frescura y facilidad de consumo. Lo que comenzó como un pequeño proyecto para consumo familiar que fluía generosamente en la mesa de sus creadores, se convirtió pronto en una joya vínica que revela su distinguido linaje mientras ofrece una visión de la evolución de su terruño de origen, un compromiso de futuro. Su juventud, lejos de ser un defecto, le confiere un vigor seductor y una vivacidad cautivadora. Por eso, la familia Harlan ha decidido compartirlo.

La alquimia de su creación, guiada por el maestro Cory Empting, buscaba un equilibrio exquisito: un vino que, aun en su juventud, desplegara una profundidad capaz de desafiar al tiempo. Un elixir para disfrutar con pasión, sin la reverencia excesiva que a menudo acompaña a los grandes vinos. La elección de su nombre y etiqueta se inspiró en la devoción canina de sus elaboradores.
Un grabado del bull terrier inglés Prince, la mascota de un banco de Pittsburgh, se convirtió en el emblema de este vino. Entendían que encarna la lealtad y el espíritu acogedor que The Mascot aspira a representar en cada copa. Este tinto, como Prince en su día, abre la puerta a nuevos entendimientos. No se jacta de blasones ni de linajes, pero celebra el coraje y la generosidad de espíritu.

Cultivado en laderas escarpadas que suponen un rareza para un territorio plano como Napa Valley, The Mascot se erige en embajador de los placeres profundos del cabernet sauvignon, en una región de la que salen algunos de los mejores vinos del mundo. Un preludio a los grands vins de la familia, que reposa en barricas durante tres años, y otros 18 meses en botella antes de su debut.
The Mascot es una sinfonía de terruño y tradición que desvela los secretos de las colinas de Napa. Una promesa de grandeza y un guiño a los vinos más venerables de la bodega. Todo un símbolo de hospitalidad vinícola y un brindis a la amistad y a la familia, que recuerda que la verdadera nobleza reside en el corazón, no en el pedigrí.
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