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Conceptos como impermeabilidad y repelencia son fundamentales a la hora de elegir la mejor prenda de abrigo, también para los más pequeños.
A menudo, los términos impermeable, resistente y repelente al agua se utilizan como sinónimos y, en realidad, no son exactamente lo mismo. Mantener el cuerpo seco únicamente se consigue con prendas impermeables, capaces de impedir la penetración del agua y la humedad a través de sus fibras, incluso en las condiciones climáticas más severas. Para que esto suceda, la ropa impermeable ha de seguir unos parámetros concretos de fabricación, acabados y selección de tejidos especiales dotados de un sistema de membranas que faciliten el aislamiento efectivo en zonas críticas tales como, mangas, muñecas y capucha.
Las conocidas como columnas de agua y los milímetros de este líquido soportado son los elementos mediante los cuales se mide el índice de impermeabilidad, repelencia y transpirabilidad de una prenda. Para entenderlo gráficamente, imaginemos una columna de agua cayendo sobre una tela que cuantos más mm de líquido sea capaz de soportar mayor será su resistencia. El baremo de evaluación se sitúa, generalmente, entre 3.000 mm y más de 20.000 mm.
En el caso de las prendas repelentes al agua, la medida media se establece alrededor de 3.000 mm, o lo que es lo mismo, aguantaría una lluvia no muy intensa durante un periodo no demasiado largo. Este tipo de prendas poseen un recubrimiento químico aplicado sobre la tela exterior cuya función final es la de hacer que el agua resbale por la superficie sin llegar a ser absorbida. A estas películas se las conoce con el nombre en inglés de Durably Water Repellency y su acrónimo DWR. Sin embargo, en ningún caso se podrían considerar prendas impermeables, salvo que estuvieran combinadas con telas y membranas especiales.