Llevarse a la boca un poco de foie gras es saborear parte de la historia y la tradición de Francia. Un mordisco de su patrimonio culinario y cultural que lleva siglos arraigado en su cocina. Fue transmitido de los egipcios a los griegos, y fueron los romanos quienes lo dieron a conocer en la Galia. Hoy es uno de los productos más exquisitos, valorados y refinados que se puede poner sobre la mesa, y Castaing es gran responsable de ello.
Maison Castaing lleva elaborando foie gras en las Landas desde 1925, cuando Joseph Castaing decidió comenzar a compartir su foie gras, patés y confits para alegría de todos. Hoy, esta empresa familiar es toda una embajadora de la alta cocina francesa a lo largo y ancho de todo el planeta. Siempre se ha mantenido fiel a sus principios más fundamentales: excelencia, autenticidad, calidad, savoir faire y artesanía.
La alta calidad del foie gras Castaing no es algo que sólo aprecie nuestro paladar, sino que además está acreditada por la enseña Label Rouge, la certificación oficial francesa que asegura la excelencia de sus productos mediante estrictas condiciones de elaboración y sabor. Para conseguirla, cada detalle cuenta. “Criamos nuestros patos de manera tradicional en pequeñas granjas familiares, donde viven libremente en el campo y se pone una atención muy particular al bienestar animal”, explica Patricia Idieder, del equipo Castaing.
El pato mulard, tradicional de la zona y alimentado exclusivamente con maíz en grano, es el encargado de desarrollar una carne sabrosa y tierna, junto a un hígado de muy alta calidad. Si a esta materia prima le sumamos la combinación de un saber hacer ancestral con la tecnología y los gustos más actuales, se consiguen resultados de la más alta categoría.
La cuarta generación de la familia Castaing elabora su foie gras con la máxima delicadeza para preservar sus nobles cualidades en múltiples formatos y recetas: en bloque, en tarro, en entier, al natural, con trufa negra del Périgord… Variedades para todos los gustos con las que triunfar en la mesa, y recomendadas tanto para el comienzo de una comida (cuando las papilas gustativas están más alerta y a pleno rendimiento) como para acompañar elaborados platos principales de categoría gourmet. Un vino blanco dulce que acompañe cualquier foie gras Castaing será el complemento perfecto para vivir una experiencia más gascona que el mismísimo D’Artagnan.
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