Mito y realidad aparecen entrelazados en la biografía de Emilio Salgari: su vida estuvo dedicada a la literatura, fracasó vitalmente cuando no pudo conseguir el título de capitán de gran cabotaje y sólo realizó un breve viaje como turista. Comenzó a publicar a los veintiún años y, desde entonces hasta su muerte, desarrolló una labor frenética por mantener a su mujer y a sus cuatro hijos. Sin embargo, vivió una situación precaria y el agotamiento psíquico le llevó al suicidio. Entre su ingente obra literaria destacan los siguientes títulos: La cimitarra de Buda (1892), Los piratas de Malasia (1896), El Corsario Negro (1898,), Los tigres de Mompracem (1900), etcétera.