RAFAEL RUBIO SANZ

Nací en el Teruel de la posguerra donde mi padre, poeta inédito, caballero católico y monárquico de los de don Juan, ejerció como fiscal tras ser depurado, paradójicamente por rojo. De él me viene la afición a las letras, mi amor a Soria y mi desconfianza a los santos, pues cada noche la familia se encomendaba a San Saturio 'para que nos destinase' a esa ciudad. Finalmente algo debió entender el bendito pues en esa ciudad conocí a mi mujer y en esa provincia me casé. Desde los nueve años vivo en Madrid, aquí nacieron mis tres hijas y el capital que aportaron con mis dos yernos y mis cuatro nietos, casi nada para no amarla, y sigo, en la Complutense me doctoré en médica y aquí ejerzo mi profesión, aunque confieso que también la vocación me viene de familia, de mi madre, que se empeñó en inculcármela, lográndolo con tal acierto que cuando miro atrás me pregunto ¿habrá otro paisaje distinto al hospital Gregorio Marañón u otro objetivo anual más sugestivo que el de arrancarme ¡por fin! a hablar en ingles en el próximo congreso?. Claro que si, existen la historia, el arte, el paisaje y el mito, sobre todo esto último, caminar hacia el occidente, hacia el ocaso y como el día o el ave fénix, morir para resucitar purificado, Este es el ideal de los que creemos en el viaje iniciatico que realiza el peregrino del Camino de Santiago, un evento al que invito anualmente a mis pacientes cardiológicos, para descubrir juntos que seguimos llenos de posibilidades y que podemos iniciar una nueva vida. Todos estos son los componentes que me animan a reorientar mi vida y escribir mi primera novela, Hijos de Sirio, donde conjugo mi amor a Soria, a mi profesión, a la historia y sobre todo al mito.