Porque el queso, por sí solo, está buenísimo pero si lo acompañamos de la mermelada Ideal, el resultado ya es sencillamente insuperable.
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Las mermeladas son el acompañante perfecto de una deliciosa tabla de quesos . Hay una variedad de mermelada ideal para cada tipo. Por ejemplo, los cremosos, como el Chaumes, necesitan mermeladas con carácter que ofrezcan una explosiva combinación de sabores. Este queso resulta inconfundible porque su pasta interior, suave y tierna, está protegida por una característica capa blanda de color anaranjado que también se puede comer.
Por su sabor genuino e inconfundible, las mermeladas de cerezas y arándanos aportan personalidad a los quesos cremosos, como el Chaumes.
Preparar una tabla de quesos puede ser una opción perfecta cuando tenemos invitados en casa. Si los maridamos con la mermelada adecuada, adquieren nuevos y ricos matices. Descubre qué variedades son más apropiadas para los quesos fuertes, como el roquefort; cuáles realzan el sabor de los suaves, como el brie; sin olvidarnos de qué mermeladas maridan mejor con los quesos frescos, como el requesón. He aquí una guía práctica de maridajes con mermeladas para triunfar en la mesa.
La mermelada de frutos rojos contrarresta el sabor persistente y con un toque picante del parmigiano reggiano y otros quesos potentes, como el gruyere o el cheddar. Un resultado sorprendente y delicioso.
El queso feta tiene un regusto salado. Por eso, marida a la perfección con la mermelada de fresa, que lo endulza en su justa medida. Este sabor conjuga también con la mozzarella o la ricotta.
Los quesos suaves y cremosos, como el brie y el Caprice des Dieux, adquieren nuevos matices en combinación con la mermelada de melocotón.
A los quesos fuertes les va como anillo al dedo una mermelada de higo, que ayuda a rebajar su intensidad y equilibra el paladar.
El queso azul tiene un sabor tan intenso como su aroma. Para suavizarlo, lo untamos sobre porciones de barquillo del tamaño justo para comerlo de un bocado, y rematamos con mermelada de higo al gusto.
Calabaza en dos texturas: la de la mermelada que corona el requesón y ofrece un delicado contraste de sabores; y la de las pipas para dar consistencia al postre. Adornar con grosellas y comer directamente con el colín.
La mermelada de calabaza se caracteriza por un dulzor suave que ayuda a compensar la acidez justa del requesón. Un bocado tierno y ligero, perfecto como postre.
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