El salmón es un pez anádromo, es decir, nace en los ríos, migran a los océanos (es propio de los océanos Atlántico y Pacífico) y vuelven a aguas dulces a desovar. Es un pez de aguas frías, y durante siglos ha sido un alimento fundamental en la Europa del noreste, y en la actualidad es un pescado muy apreciado en nuestro país.
La mayoría del salmón que se comercializa durante todo el año procede de la acuicultura situada en países como Noruega o Escocia, de gran tradición salmonera. Eso sí, el salmón salvaje de Noruega está disponible entre junio y septiembre, y el salvaje de Alaska, entre mayo y septiembre.
Teniendo en cuenta que el salmón es un pescado azul, es muy rico en ácidos grasos Omega 3 y Omega 6; también en vitaminas liposolubles como la A y la D. Por tanto, el consumo de salmón es perfecto para la salud cardiovascular y para contribuir a la reparación de los tejidos del cuerpo humano, además de ejercer efectos positivos para el mantenimiento de los huesos. Por otro lado, tiene un alto contenido en proteínas de alto valor biológico, y en minerales como potasio, yodo y fósforo.
Preparación
Pelamos las patatas y las cortamos en rodajas finas. Las cocemos al vapor y las reservamos.
Desmigamos el pan y lo mezclamos con el queso rallado, con una cucharada de cebollino picado, las hierbas, las especias y la sal.
Precalentamos el horno a 200º.
Enharinamos el salmón y lo doramos por todos los lados en aceite de sésamo. Escurrimos y rebozamos en la mezcla de especias. Colocamos las rodajas de salmón en una fuente apta para horno y asamos durante 5 minutos.
En paralelo, doramos las patatas en aceite de oliva caliente, escurrimos y retiramos.
Emplatamos las rodajas de salmón con las patatas y decoramos con un poco de cebollino picado por encima.
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