Para viajar a la nieve, elige siempre una maleta resistente y ligera, con ruedas estables y tejido impermeable: vas a moverla por aceras húmedas, parkings y hoteles donde el hielo y la nieve son parte del paisaje. Si llevas esquís o botas propios, usa fundas acolchadas para proteger el material y evitar que el resto de la ropa se moje. Dentro de la maleta, los packing cubes o bolsas de compresión son la mejor forma de organizar capas técnicas, complementos y ropa de calle, porque permiten vestirse cada mañana sin desorden ni prisas.
Qué llevar en la maleta si te vas de escapada de esquí: la guía definitiva para no olvidarte de nada
Fotografías: El Corte Inglés
La primera escapada de esquí de la temporada siempre empieza igual: con ilusión, nervios y la sensación de que, por mucho que prepares tu maleta, algo se va a quedar fuera. Es normal. La montaña exige una logística distinta, desde la ropa técnica que te mantiene seco hasta los pequeños accesorios que marcan la diferencia en una jornada larga sobre nieve. Pensar la maleta con tiempo es el primer paso para evitar contratiempos y centrarte en lo que de verdad importa: disfrutar del viaje.
Además, cada destino tiene un carácter propio. No es lo mismo pasar un fin de semana en Baqueira que una semana en los Alpes franceses, y mucho menos improvisar un ski-break de última hora en Sierra Nevada. Pero hay un denominador común: una buena preparación no solo mejora la experiencia en pistas, sino todo lo que ocurre antes y después de ellas. Porque esquiar es un ritual que empieza en el hotel y termina cuando te descalzas las botas al caer la tarde.
En esta guía repasamos el equipamiento imprescindible, la ropa térmica adecuada para diferentes condiciones, los accesorios que elevan tu seguridad y comodidad, y ese universo paralelo que es el après-ski, una categoría estética y funcional que ya forma parte del viaje tanto como el propio forfait. También incluimos un apartado de belleza y protección solar, porque en la montaña, la piel necesita cuidados específicos.
Piensa en esto como la lista que te habría pasado un esquiador experimentado: práctica, realista, y con margen para que la adaptes a tu estilo.
Ropa técnica: la base de todo
Elegir la ropa adecuada es la mitad del éxito de cualquier jornada de esquí. Comienza siempre por una primera capa térmica que gestione bien la humedad y mantenga la temperatura corporal estable, incluso cuando encadenas bajadas intensas. Sobre ella, una segunda capa de aislamiento —forros polares o plumíferos ligeros— sirve de barrera térmica que no aporta volumen innecesario. Finalmente, la chaqueta y el pantalón impermeables cumplen la función de proteger frente al viento, la nieve y las horas al aire libre, donde cada detalle cuenta: costuras selladas, cremalleras resistentes, capuchas ajustables y tejidos con membranas transpirables.
Accesorios de montaña que no pueden faltar
Los accesorios son pequeños, pero su ausencia se nota. Unos guantes técnicos impermeables y con buen aislamiento marcan la diferencia entre un día agradable y uno que quieres terminar antes de tiempo. Lo mismo ocurre con los calcetines de esquí, diseñados para evitar rozaduras y mantener el pie caliente sin perder sensibilidad dentro de la bota. Añade un buff o braga de cuello térmica, un gorro para el après-ski y unas gafas de ventisca con lentes intercambiables para adaptar la visibilidad a los cambios de luz de la jornada.
Material de esquí: del casco a las botas
Aunque muchos esquiadores alquilan el equipo en destino, llevar tu propio material aporta comodidad y familiaridad. Un casco homologado, unos esquís adecuados a tu nivel y estilo, y unas botas que ya tengas adaptadas a tu pie garantizan control y seguridad desde la primera bajada. Si viajas con tu equipo, recuerda proteger todo en fundas acolchadas y llevar un pequeño kit de mantenimiento por si necesitas ajustar fijaciones o encerar.
Belleza y protección solar: el cuidado que salva tu piel
En la montaña, la radiación solar se multiplica y el frío extremo deshidrata la piel sin que te des cuenta. Por eso, una buena rutina comienza con una crema hidratante rica pero de rápida absorción, ideal para aplicar antes de desayunar. El protector solar de amplio espectro es obligatorio cada día, incluso cuando el cielo está cubierto: necesita reaplicación frecuente, sobre todo en pómulos, nariz y labios. Lleva siempre un bálsamo labial nutritivo con SPF y añade un aftersun calmante para el final del día, cuando la piel pide recuperación.
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Après-ski: funcional, cálido y con estilo
El après-ski ya no es un concepto, es una escena. Para ese momento en el que desconectas las fijaciones y te diriges a una terraza o al hotel, necesitas ropa cálida pero con intención estética. Unas botas de nieve impermeables y con suela antideslizante, un jersey de punto grueso, una parka o plumífero con volumen y unos pantalones cómodos componen el uniforme perfecto. Son prendas que no solo te abrigan: comunican algo del viajero que eres fuera de pistas y te permiten seguir disfrutando del entorno sin renunciar al estilo.
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Complementos útiles para el viaje
No subestimes el poder de una buena mochila de montaña con compartimentos —ideal para llevar agua, snacks, protector solar y capas extra— ni el de un termo que mantenga tus bebidas calientes durante horas. Añade unos crampones ligeros si tu escapada incluye rutas a pie, protectores para el teléfono pensados para bajas temperaturas y una batería externa, porque el frío devora la carga más rápido de lo que imaginas.
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