El vino de Jerez debe tomarse fresco, no frío ni helado (los amontillados y olorosos algo más atemperados) para que despliegue todo su aroma y sabor. Debe saborearse en catavinos de cristal fino (transparente e incoloro) con largo cuello y base y boca redondeada. Dicha copa debe llenarse hasta un tercio de su contenido y debe cogerse por la base para no calentar el vino y poder seguir apreciándolo durante la degustación.
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