Desde el sudeste de China y las costas de Japón, este árbol frutal (ornamental en su origen) llegó en los años sesenta al área mediterránea española, donde se estableció su cultivo de manera intensiva aprovechando los terrenos dedicados a los cítricos. De pulpa carnosa y muy aromático, el níspero es muy bajo en azúcar –de ahí su sutil toque de acidez– y resulta una fruta perfecta para consumirla fresca, en crudo, si está en su punto óptimo de maduración. Otras formas de tomarla, enfatizando su sabor, es en forma de batidos, helados o mermelada. Además, tanto con los plátanos, ya que sus sabores armonizan agradablemente, como con la leche condensada, forman una excelente pareja y la combinación preferida de los más golosos.