Machacamos los dientes de ajo en un mortero con el orégano, el comino, la ralladura de naranja y un poco de sal. Cuando tengamos una pasta, la mezclamos con el aceite, el zumo de naranja y limón y las hierbas finamente picadas. Frotamos la pieza de cerdo con sal y pimienta al gusto. La metemos en una bolsa de congelación grande junto con el marinado y lo dejamos en la nevera adobando de 8 a 24 horas. Sacamos el cerdo a temperatura ambiente una media hora antes de cocinarlo. Calentamos el horno a 220º, calor arriba y abajo. Si la pieza de cerdo es demasiado grande o fina, la atamos con una cuerda doblándola por la mitad. Retiramos el exceso de marinada de la carne y lo metemos en el horno, sobre la rejilla. Colocamos una fuente para recoger los jugos en la parte de abajo. Cocinamos media hora a 220º y bajamos después a 190º. Tapamos la parte superior del cerdo con papel de aluminio para que no se queme y lo dejamos durante 90 minutos más o hasta que un termómetro pinchado en el centro marque 70º. Sacamos la pieza de carne del horno, envolvemos en papel de aluminio y dejamos reposar media hora para que se distribuyan sus jugos. Partimos la barra de pan y la tostamos ligeramente por la parte interior. Untamos por dentro con mostaza. Pasamos el jamón por la sartén, lo colocamos encima de la mostaza y ponemos a continuación lonchas del cerdo asado. Cubrimos con queso, pepinillos y una cucharada opcional de la salsa de marinado (si hicimos extra). Presionamos un poco. Untamos la corteza exterior del pan con mantequilla y tostamos el bocadillo por cada lado en la sartén poniendo un peso encima (una fuente de hornear, por ejemplo).
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