Semana 5 de embarazo

El embrión crece a un ritmo frenético durante esta quinta semana de gestación. Mide unos 3 mm. (como una semilla de sésamo) desde la cabeza hasta los pies, y ya es visible en una ecografía. Su forma recuerda a la de un caballito de mar.  

En la quinta semana comienzan a formarse los riñones, el hígado, la espina dorsal, la cabeza, las extremidades, el tronco y el sistema nervioso. De una protuberancia localizada en el centro del embrión surge también un primitivo corazón.  

En cuanto a las estructuras anejas destaca el saco gestacional, una bolsa que aloja el embrión y que más adelante dará lugar al saco amniótico. Esta estructura se encarga de nutrir al embrión hasta que la placenta se forme por completo.

Los primeros síntomas del embarazo se hacen cada vez más intensos. No obstante, no te preocupes si no experimentas ninguno de estos síntomas: cada embarazo es diferente y no sentir molestias o náuseas, por ejemplo, no significa que algo vaya mal. 

Entre los cambios más frecuentes en la quinta semana de embarazo se encuentran los relacionados con tus senos, que se hinchan y se vuelven más sensibles. También es normal sentir molestias abdominales por el crecimiento y desarrollo del embrión en el útero. Si las molestias se convierten en un dolor muy intenso que no se pasa, es aconsejable que consultes a tu ginecólogo. Así mismo, es normal tener un ligero sangrado rosado o marrón debido al aumento de la irrigación de sangre en el útero. Si este sangrado es muy abundante y de color rojo brillante se recomienda consultar al médico, quien descartará cualquier riesgo en la gestación. Otros síntomas normales del embarazo en esta semana son cansancio y sueño, mareos, repulsión a ciertos olores o comidas, un olfato muy fino, náuseas y aumento de las ganas de orinar.  

Es el momento de decidir qué aseguradora (la Seguridad Social o una compañía privada) te gustaría que llevara tu embarazo para pedir una primera cita para la semana 6 o 7 de embarazo.  

La alimentación es clave para adoptar un estilo de vida saludable. Así, se recomienda evitar todos los alimentos que puedan ser peligrosos, como las carnes y los pescados crudos, los embutidos, los ahumados y los quesos sin pasteurizar. Los alimentos crudos o poco cocinados pueden contagiar enfermedades muy graves en el embarazo, como toxoplasmosis, listeriosis o anisakis, que podrían causar perjuicios al feto o complicaciones en la gestación. Si quieres comer sushi o jamón, congélalos previamente a -20º C al menos durante 48 horas. 

Si sientes náuseas por las mañanas, llévate a la mesilla una galletita o un biscote de pan y cómetelos antes de levantarte de la cama. Durante el día, los alimentos ricos en proteínas y las comidas poco copiosas también ayudan a evitar las náuseas. Haz varias comidas ligeras más a menudo y evita las grasas, frituras y comidas muy picantes. Beber zumo de limón u oler el jugo de limón es otro truco para mitigar las náuseas cuando aparezcan. El jengibre, que puedes tomar en infusión o en grageas, es otro gran aliado contra las náuseas.

En cuanto al esfuerzo físico, evita cargar excesivo peso y las actividades muy intensas. No es necesario dejar de trabajar al menos que tu trabajo sea de riesgo. De hecho, el ejercicio y el deporte regular son muy convenientes, siempre que evites llegar hasta la extenuación y las prácticas que puedan ser peligrosas, como los deportes de contacto y de equipo, el buceo, la escalada, los saltos... Elige actividades como pilates, yoga, natación o andar, que te ayudarán a aliviar ciertas molestias y a sentirte mejor mentalmente.  

Siempre que no haya contraindicación médica, también puedes seguir manteniendo relaciones sexuales con normalidad. Cuida tu salud mental. Intenta que las preocupaciones no ocupen tus pensamientos, compártelas con tu pareja y mantén una actitud positiva.