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¿Cuáles son los mejores zapatos para las mujeres embarazadas?

Piernas cansadas y dolor de pies en el embarazo
Durante el embarazo es normal experimentar ciertas molestias y dolores ligados a los cambios que experimenta el cuerpo de la mujer conforme avanza la gestación. Algunos de los más habituales son los dolores de espalda, la sensación de piernas cansadas, el dolor de pies y la hinchazón de tobillos.
El dolor de pies es una molestia habitual que suele empeorar a medida que el bebé va creciendo y la mujer aumenta de peso. Y es que la presión que el peso del abdomen ejerce sobre las piernas, las rodillas y los pies obliga a la mujer a hacer un mayor esfuerzo para soportar el propio peso.
Además del dolor de pies, es habitual que estos se hinchen o aumenten de tamaño. Pueden aparecer incluso edemas, sobre todo en el tercer trimestre, debido a la presión que ejerce el útero sobre las venas de las piernas.
Cómo evitar que se hinchen los pies en el embarazo
La hinchazón de pies puede aparecer durante todo el periodo de gestación, aunque es más frecuente a partir del segundo trimestre, y sobre todo en el tercer trimestre. Las causas principales son la disminución de la actividad física, los cambios hormonales que sufre el cuerpo de la mujer y la congestión venosa.
Hay ciertas recomendaciones básicas que las embarazadas pueden seguir para aliviar o reducir la hinchazón de pies durante el embarazo:
- Caminar todos los días.
- Si trabajas sentada, levántate y estirar las piernas unos minutos cada hora.
- Utilizar medias o calcetines que no aprieten demasiado ni corten la circulación.
- Poner los pies en alto mientras se está descansando.
- Evitar las comidas con demasiada sal.
- Aplicar hielo para rebajar la inflamación.
- Dormir sobre el lado izquierdo del cuerpo para favorecer la circulación de la sangre.
- Descansar adecuadamente.
- Masajear los pies para liberar la presión circulatoria.
Otro consejo para aliviar la hinchazón de pies es utilizar ropa y calzado cómodos y holgados que no opriman el cuerpo y permitan moverse con soltura. Y, por supuesto, mantener una actividad física moderada.
Las claves del zapato o zapatilla ideales para embarazadas son que no oprima el pie, que tenga horma ancha y que esté fabricado con materiales naturales transpirables.
Qué zapato escoger durante el embarazo
Si una mujer está acostumbrada a utilizar tacones no tiene por qué apartarlos de su armario cuando se queda embarazada. Eso sí, se debe tener en cuenta que ni la altura ni la forma de estos han de comprometer la estabilidad ni provocar dolores de espalda. Hay que recordar que durante el embarazo se soporta mucho más peso y el centro de gravedad cambia.
El calzado más cómodo, o al menos el más adecuado durante el embarazo, es el medio tacón. Ha de elegirse un calzado que estabilice el pie y con una altura adecuada, es decir, ni muy alto ni completamente plano, que exija menor tono muscular para mantener la postura.
En verano lo mejor es optar por sandalias con plantilla acolchada que no sean demasiado planas, pues afectarían a la espalda y a los pies. Opta por un modelo con cuña baja, cierre elástico y amplias aberturas, para que el pie transpire.
En otoño y en primavera las zapatillas deportivas son el mejor aliado. En invierno se pueden utilizar zapatillas deportivas o botas con medio tacón y holgadas. Puede ser necesario tener que calzar un número más. En los días de lluvia, ten precaución si usas botas de agua, pues podrían hacer que te resbales, sobre todo ahora que tu postura es más inestable debido al volumen de tu abdomen.
Qué calzado evitar en el embarazo
Durante el primer trimestre de embarazo las mujeres embarazadas podrán utilizar, en la gran mayoría de los casos, el mismo calzado que utilizaban antes de la concepción. Sin embargo, a partir del segundo trimestre los cambios físicos son cada vez más notables: aumenta el volumen uterino y el peso materno. Es en ese momento cuando habrá que prestar especial atención al calzado. Hay tipos y modelos que es aconsejable evitar:
- Tacones excesivamente altos.
- En invierno, las botas altas que presionen tobillos y pantorrillas.
- Sandalias demasiado planas.
- Sandalias con escasos elementos de sujeción (pueden favorecer los tropiezos).
- Zapatos abiertos que se muevan y chancleteen, pues podrían producir caídas.
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