Conservas LaJoya: pasión todo al rojo

Lleva entre nosotros 503 años (cuando cuentan las crónicas que cruzó el charco por primera vez) y sigue sorprendiendo por su inagotable versatilidad y delicioso sabor. El tomate es un indispensable en las cocinas de todo el mundo. Salsas, ensaladas, pastas, cocas, sopas o panes (entre otras muchas manifestaciones) tienen el tomate en el corazón. Un bocado que en la fértil huerta murciana derrocha quilates.
Aquí, LaJoya elabora desde 2019 sus productos “con los mejores tomates de nuestra huerta, recogidos en su punto justo de maduración”, explica Luis Pérez de Guzmán Pacheco, director de Grandes Cuentas de la firma, que nació de la pasión de dos emprendedores por la cocina de alta calidad y su profunda conexión con el campo murciano. Crearon una marca que rindiera tributo a la tradición, la innovación y la excelencia culinaria, para priorizar la colaboración con productores locales.

“Iniciamos nuestra aventura con el tomate frito, la joya de nuestro portfolio”, comenta Pérez de Guzmán. La selección se orienta hacia la máxima calidad y trazabilidad de los ingredientes, inspirados por la biodinámica, práctica que minimiza las intervenciones externas en la explotación agrícola y todos sus procesos.

Para la elaboración del tomate frito LaJoya se recogen los mejores frutos en su momento justo de maduración. Se prepara artesanalmente a fuego lento, como en casa, con aceite de oliva virgen extra, sal marina, azúcar y almidón como únicos ingredientes. Perfecto para pasta, huevos, carnes, pescados, fritos, empanados, platos con bechamel… Los registros son tan amplios como las horas de sol que recargan las pilas de estos manjares con acento.

Después llegaría el resto de orfebrería tomatera, también de muchos quilates, como el pisto y el sofrito, para facilitar las cosas en la cocina, o para los que quieran iniciar su propio partido, los tomates pelados, una auténtica delicida. Todo lo que cabe en estos tarros es lo mismo que una abuela habría distribuido con cariño en una cazuela: aceite de oliva, calabacín, cebolla, tomate, pimiento… y su puntito de sal.


