Cómo la lavadora pasó de ser un electrodoméstico aburrido a un gadget tecnológico
La lavadora nació para dar solución a una necesidad que el ser humano ha tenido desde sus orígenes: lavar la ropa. Sea por estética, por higiene o por comodidad, nuestros antepasados han probado infinidad de técnicas y sistemas hasta dar con el electrodoméstico que hoy conocemos. Así, la historia de la lavadora es la historia del progreso del ser humano, de sus avances tecnológicos y de la mentalidad de su sociedad.
Las primeras lavadoras manuales
Antes de la llegada de las primeras máquinas, el proceso de lavado consistía en acudir a pozos o ríos y frotar la ropa con útiles como las tablas de lavar. También se hacía en pilas y lavaderos ya integrados en el hogar y que hemos conocido hasta hace bien poco. Con estos artilugios se realizaba la tarea del lavado, una actividad que estaba destinada a las criadas, en el caso de familias adineradas, o a las mujeres del hogar si la familia no podía permitirse el servicio.
Las primeras máquinas para lavar, patentadas en Estados Unidos a mediados del siglo XIX, trataban precisamente de imitar el movimiento de la mano en una tabla de lavar, utilizando un sistema de palancas para frotar la ropa entre dos superficies acanaladas. Poco después, llegarían las primeras lavadoras de la historia, al menos como nosotros concebimos hoy en día una lavadora. Estas consistían en un tambor de madera y un agitador metálico que aún había que hacer funcionar a mano.
A pesar de lo rudimentario, empresarios como James King o Hamilton Smith pudieron comercializar a pequeña escala modelos manuales como este, y tuvieron un moderado éxito de ventas. Poco más tarde, llegarían las impulsadas por vapor, pero pronto quedarían desbancadas por lo que estaba por venir.
La llegada de la electricidad
Con el fin de siglo, surgió Thomas Edison y nos trajo la electricidad. La nueva fuente de energía revolucionó la industria, el comercio y las ciudades, hogares incluidos. Su aplicación a las máquinas que hasta ahora funcionaban a mano o a vapor hacía que su funcionamiento fuese más limpio y sencillo. Así es como nació en 1908 Thor, la primera lavadora eléctrica comercial. Inventada por Alva J. Fisher y comercializada por la Hurley Company, se trataba de un sencillo modelo de tambor con una bañera galvanizada.
Apenas transcurridos tres años, en 1911, el norteamericano Lou Upton patentó un modelo de arandelas de escurrido accionadas por un motor eléctrico. Era un gran avance, por lo que Lou, junto con su hermano Fred y su tío Emory, fundaron la empresa Upton Machine Company, que más tarde se la conocería como Whirlpool Corporation. Con ellos nacería el concepto de electrodoméstico.
Gracias a la energía eléctrica, se pudo imponer un sistema de agitación que permitía lavar la ropa a diferentes velocidades, según las características del tejido. La canadiense Beatty brother of Fergus fabricó la primera lavadora con agitador, que en Estados Unidos se encargaría de comercializar la empresa Maytag Corporation, hoy integrada en la familia Whirlpool. El método consistía en un eje de rotación horizontal que pronto se sustituiría por una de orientación vertical que se convertiría en el estándar de la industria.
Los primeros modelos de máquinas eléctricas se encontraron con el gran problema de los cortocircuitos y las descargas al exponer el motor al agua. Para ello, se encerraba el rotor de la máquina en una carcasa protectora, que además estaba provista de un ventilador para evitar el sobrecalentamiento.
Los primeros avances tecnológicos
Una vez solucionado el problema de los cortocircuitos, se populariza un modelo más o menos estándar de esta máquina de lavar eléctrica. Enseguida, llegan los primeros avances que tratarían de optimizar su funcionamiento. Iban dirigidos principalmente a eliminar las tareas manuales del proceso de lavado e incorporarlas a la máquina.
En los años 20 y 30 llegaron de Canadá las primeras máquinas con calentador de agua incorporado, bien a gas o bien con energía eléctrica, y se introdujo la bomba de drenaje accionada por motor. En los 50 llegaría una de las funciones estrella de la lavadora moderna: el centrifugado. Con él se reemplazó el escurridor y se eliminaron las funciones manuales que tantos accidentes causaba.
Por otro lado, al sucio y pesado hierro fundido le siguieron otros metales como el cobre, el níquel o el cromo, hasta llegar al acero esmaltado, mucho más higiénico y duradero.
La automatización de la lavadora
Sin embargo, los primeros pasos hacia la automatización del proceso de lavado no llegaría hasta la introducción de los sistemas de reloj y de los dispositivos de sincronizado. Ello permitía al usuario configurar ciclos de lavado en determinados momentos y con una duración específica para evitar estar constantemente vigilando la máquina.
En la década de los 50, Whirlpool ya contaba en el mercado con una línea completa de electrodomésticos, incluidas las primeras lavadoras totalmente automáticas. Estos modelos contaban con varios controles para regular la temperatura del agua en las distintas fases (lavado, enjuague, etc.) y la velocidad de agitación y centrifugado.
Por aquel entonces, la lavadora ya se había convertido en el electrodoméstico por excelencia, es decir, había entrado en el ámbito familiar como una herramienta más de las tareas del día a día. Pero como las otras labores del hogar, era visto como una tarea tediosa y de baja cualificación de la que debía hacerse cargo la esposa. Las mujeres eran consideradas las responsables de las tareas del hogar y, por lo tanto, las que debían hacerse cargo del funcionamiento de la lavadora.
Lo podemos comprobar en la publicidad de lavadoras de aquellos años, dirigida casi exclusivamente a mujeres. Y si aparecía algún hombre, era en su papel de marido que regalaba el electrodoméstico a la esposa. Una imagen que por desgracia se ha prolongado hasta hace bien poco.
Hacia el producto tecnológico
Durante la II Guerra Mundial, la mayoría de los fabricantes norteamericanos fueron llamados a apoyar la industria bélica, transformando centros y líneas de producción. Las fábricas de Whirlpool proporcionaron componentes para las aeronaves P-40 Warhawk, como controles de paso de hélice, bordes para las alas o mecanismos de dirección hidráulica.
Esto, lejos de suponer una rémora para la industria, supuso una oportunidad para que los fabricantes pudiesen invertir e innovar en nuevos materiales y procesos, adquiriendo un know how que posteriormente podrían poner al servicio de los hogares.
Ello sirvió para que, ya en la década de los 60, Whirlpool recibiese el encargo de construir la primera cocina espacial para la NASA, que incluía varios electrodomésticos y otras soluciones innovadoras para mantener la higiene en los viajes espaciales. La colaboración de Whirlpool con la NASA se ha prolongado durante varias décadas, y sus sistemas han viajado por el espacio en misiones de los programas Gemini, Apollo y Skylab de los Estados Unidos.
Del electrodoméstico al gadget
Todo lo anterior son sólo ejemplos de cómo la industria del electrodoméstico ha podido ir a la vanguardia del progreso tecnológico, invirtiendo en desarrollo de nuevas innovaciones para dar respuesta a las demandas del mercado. La creciente preocupación por el medioambiente, la exigencia de una industria más ética y social, y la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han ido transformando el concepto de electrodoméstico en los últimos años.
La lavadora, como parte de esa transformación, se ha convertido en un producto innovador y sofisticado, más cercano al gadget tecnológico y de diseño como el televisor o el equipo de música. Fabricantes como Whirlpool han escuchado las consignas de corrientes como el smart living o el smart housing, dando lugar a innovaciones como el FreshCare, que permite mantener fresca la ropa en la lavadora hasta seis horas; los sensores inteligentes 6th SENSE, que adaptan y ahorran recursos de agua y energía en función del tamaño y el tipo de carga; o la tecnología ZEN, que favorece un proceso más silencioso y por tanto con menor contaminación acústica de hogares y vecindarios.
Algunas de las lavadoras Whirlpool con tecnología FreshCare+ han sido elegidas producto del año. Es el caso de los modelos FWD91496WS EU, FWG81484W SP, FWG91284W SP y FWG81284W SP, que lucen el logotipo que acompaña a este texto.
Otro paso dado por Whirlpool ha sido la gama Radiant, con conexión a Internet, con la que entra de lleno en el mundo del IoT (Internet de las Cosas) para conectar el hogar con las personas, allá donde estén y gestionar de forma eficiente los recursos domésticos.
Todos estos avances tecnológicos han permitido también hacer de la lavadora un electrodoméstico más ético y más igualitario. En las últimas décadas, la incorporación de la mujer al mundo laboral o los nuevos modelos familiares han propiciado un necesario reparto más equitativo de las tareas entre hombres y mujeres. Es una misión en la que aún queda mucho por hacer, pero donde fabricantes como Whirlpool han mostrado su compromiso y lo han querido reflejar a través de la publicidad, cada vez más neutra y donde la figura masculina ha ido apareciendo poco a poco.
Lavadoras del futuro, ¿cuál es el techo?
Sin duda no conocemos el techo de la sofisticación de los electrodomésticos, pero está claro que la lavadora forma ya parte de lo que se conoce como domótica y tecnología en el hogar, junto con sistemas de sensores, controles de iluminación y sistemas de eficiencia energética. Son electrodomésticos que además se integran en la vivienda gracias a líneas de diseño limpias, minimalistas y modernas.
Es el caso de la Whirlpool FWG91496WS EU, una lavadora de carga frontal de libre instalación que guarda una estética clara y sencilla para integrarse de forma natural con el resto de electrodomésticos. Pero, detrás de esas formas sencillas, podemos encontrar un buen puñado de innovaciones para cuidar las prendas y optimizar el lavado:
- Tecnología FreshCare+, que mantiene la colada fresca hasta seis horas después de terminar el ciclo sin que proliferen las bacterias y malos olores.
- 6th Sense, sensores inteligentes que adaptan los recursos al tamaño y tipo de carga.
- Colours 15°, para el cuidado de los colores con un lavado a 15º con resultado de 40º.
Además, las lavadoras de esta gama cuentan con motor SenseInverter que permite alcanzar una certificación de súper eficiencia energética A+++ -3o%, que reduce el consumo energético en un 30% con respecto a una A+++ . Todo ello en la línea marcada por la eficiencia energética doméstica y la creciente preocupación por el ahorro de costes y recursos.
Lavadoras como esta marcan la tendencia a seguir por los electrodomésticos del futuro, y probablemente supongan un capítulo más en la historia de estos aparatos: desde la tabla de lavar hasta el gadget de lavado. Mientras eso sucede (o no) os dejamos unos consejos de lavado para poner en práctica desde ya:

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