¿Cómo sostener en brazos a un bebé recién nacido?

¿Cómo hay que coger en brazos a un recién nacido?
Siempre que se coja al bebé o al mecerlo en brazos, la seguridad y la tranquilidad del pequeño son fundamentales. Para asegurar su confort es importante evitar cogerlo con las manos sucias o frías. Una buena pauta es establecer contacto de forma gradual, hablándole suavemente o acariciándolo antes de levantarlo de la cuna o del carrito.
El recién nacido es frágil, y es normal que haya mamás y papás que sientan temor al cogerlo las primeras veces, sobre todo si son primerizos. Al sostener al pequeño en brazos hay que hacerlo delicadamente y con cuidado de que no se escurra. Dejarse llevar por el instinto puede ayudar. Además, hay ciertas recomendaciones sobre las mejores posturas para sostener al bebé con total seguridad y confianza.
Las mejores posturas para sostener en brazos a un bebé
Al coger a un bebé es esencial sostener con firmeza su espalda y su cabeza. Durante los tres o cuatro primeros meses de vida el cuello del pequeño aún no está lo suficientemente fortalecido para sostener la cabeza, así que es importante tener cuidado de sujetar bien ambas partes para evitar que se ladeen o que puedan irse hacia adelante o hacia atrás.
Cuando los bebés son muy pequeños será posible sujetar la espalda y la cabeza con una sola mano, colocando la palma de la mano en la parte superior de la espalda del bebé y sosteniendo su cabeza con los dedos. Con la mano que queda libre se puede sujetar el culete del bebé. Es una postura segura para mecerlo y acercarlo al propio cuerpo.
A medida que el bebé crece, pasados los primeros días tras su nacimiento, la manera más habitual de coger al bebé es apoyar su cabecita en la parte interna del codo, dejar que su espalda repose sobre tu antebrazo abarcar con la palma de la mano abierta las nalgas del pequeño. El brazo que queda libre puede cruzarse por encima del cuerpo del bebé para dar soporte al peso (apoyando la mano debajo del antebrazo sobre el que descansa la espalda del bebé o bien sobre la mano con la que se le sujeta el culete). Los beneficios de esta postura son que se refuerza el abrazo, se le da calor y se favorece la sensación de seguridad del adulto que sostiene al pequeño.
Es frecuente que algunos padres primerizos tengan la inercia de coger al bebé en modo bandeja, es decir, ofreciendo los dos brazos doblados a la altura de los codos para sujetar la cabeza del bebé con uno de ellos y el culete con el otro. Sin embargo, esta postura podría resultar incómoda para el adulto transcurridos unos minutos con el pequeño en brazos. Para tener más confort, una postura cómoda es colocar al bebé boca abajo, sostener su abdomen con el antebrazo y dejar que su cabecita se apoye en la parte interna del codo, rotada, con la cara mirando hacia afuera. Todo el abdomen del bebé descansará sobre el antebrazo y la mano del adulto, entre las piernas del bebé, sostendrá la zona de la pelvis.
Si lo que se desea es asir al bebé en posición vertical hay que hacerlo con ambos brazos. Primero se ha de flexionar uno de los brazos de modo que el antebrazo y la mano sirvan de asiento al culito del bebé. La parte baja de la espalda del pequeño ha de recostarse sobre el codo del brazo contrario, con la mano sujetando suavemente la cabeza del bebé, que estará apoyada en el hombro del adulto con la cara mirando hacia afuera. Los brazos y las piernas abrazan vuestro cuerpo.
A medida que vayáis adquiriendo soltura y que el bebé crezca irán sugiendo diferentes variantes totalmente personalizadas de estas posturas básicas.
Beneficios del contacto físico con el bebé
El contacto físico madre-hijo o padre-hijo no solo transmite al pequeño la sensación de protección y seguridad, sino que también le proporciona salud. El apego es una herramienta indiscutible para garantizar el bienestar del pequeño desde su nacimiento, y una fuerza vital esencial en su desarrollo. El amor es el mejor estímulo para crear vínculos afectivos con el bebé. Estimular este apego desde el mismo instante de su nacimiento hace que el bebé pueda reconoceros a través de la cercanía y las sensaciones placenteras que le proporciona el contacto físico. Las caricias, los arrullos, los besos y los abrazos hacen que su organismo segregue endorfinas, conocida como la hormona de la felicidad. Así, el pequeño buscará el contacto físico con su mamá y su papá para desarrollarse sano, física y emocionalmente.

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