Una cesárea es una intervención quirúrgica que se realiza para sacar al bebé del útero materno. ¿En qué casos se practica? ¿Cómo se lleva a cabo? ¿Cómo hay que cuidarse tras una cesárea? ¿Cuáles son sus riesgos?

¿Qué es una cesárea?

Una cesárea es una intervención quirúrgica que se realiza para sacar al bebé del útero materno cuando este no puede –por diversos motivos– nacer por vía vaginal. Esta operación puede ser programada o de urgencia e implica ciertos riesgos que toda embarazada conocer.

¿En qué casos se realiza una cesárea?

Una cesárea no deja de ser una intervención quirúrgica, por lo que nunca debe hacerse por capricho o por simple preferencia de la madre. La decisión de hacer una cesárea debe tomarse únicamente por motivos de salud que la justifiquen, pues puede tener más riesgos que un parto vaginal. Solo debe recurrirse a una cesárea para que el bebé nazca cuando se dé alguno de estos motivos:

Anomalías en el desarrollo del feto que impidan un parto vaginal, como hidrocefalia o espina bífida.
Patrón de ritmo cardiaco anormal en el feto durante el parto, es decir, que sufra bradicardia (bajada del ritmo) o taquicardias (frecuencia cardiaca elevada).
Posición anómala del feto que impida el parto vaginal, como transverso (cruzado) o de nalgas.
Partos múltiples (aunque no siempre es necesario realizar una cesárea).
Enfermedad materna grave (toxemia, preeclampsia, cardiopatía...).
Infección activa de herpes genital.
Infección materna de VIH.
Cirugía uterina previa que dificulte el parto.
Si el tamaño del bebé es mayor al del hueso de la pelvis materna (macrosomía).
Deformaciones o anomalías en el cuello del útero, en la vulva o en la vagina que dificulten el paso del bebé hacia el exterior.
Placenta previa.
Si el parto se alarga mucho y el bebé pierde bienestar fetal.

Según el motivo, la cesárea puede ser programada (cuando se sabe que el parto vaginal es imposible y se decide con antelación una fecha para realizar la intervención) o de urgencia (cuando se toma la decisión durante el parto al presentarse complicaciones).

¿Cómo se lleva a cabo una cesárea?

La cesárea es una intervención quirúrgica que tiene lugar en el quirófano. Se pone anestesia a la embarazada (generalmente con anestesia epidural es suficiente) y se higieniza la zona abdominal con antisépticos. Se cubre el cuerpo con gasas esterilizadas y se coloca una como un telón que tapa a la embarazada la visión para evitar que pueda ver la intervención.

El cirujano realiza una incisión horizontal sobre la piel, justo por encima del hueso púbico, y aparta hacia un lado los músculos abdominales. Después corta hasta cinco tejidos diferentes (piel, grasa subcutánea, aponeurosis muscular y peritoneo parietal) hasta llegar al útero, donde realiza una nueva incisión para extraer al bebé a través de ella.

Se corta el cordón umbilical y se extraen la placenta y las membranas ovulares. Una vez extraídos, se cosen una a una todas las capas de tejido que han sido cortadas.

Una cesárea dura unos 45 minutos. Tras la intervención se lleva a la madre a la sala de reanimación durante un tiempo que puede variar entre 20 minutos y varias horas, según haya ido la operación. Transcurrido este tiempo se lleva a la madre a la habitación con el bebé.

Riesgos de la cesárea

La cesárea es una cirugía que conlleva una serie de riesgos, aunque actualmente las complicaciones graves son muy poco habituales. Entre estas complicaciones pueden darse:

- Reacciones a los medicamentos

- Problemas respiratorios derivados de la anestesia

- Dolor de espalda o de cabeza a causa de la anestesia

- Sangrado vaginal o hemorragia

- Infección uterina o de la vejiga

- Lesión del tracto urinario

- Lesiones al bebé

Si la cesárea se realiza correctamente y en condiciones adecuadas, lo normal es que no haya ningún problema tras la intervención, más que las molestias lógicas derivadas de la incisión.

Recuperación tras una cesárea

En general, la recuperación de una cesárea es más lenta que la de un parto vaginal, por lo que la mujer suele permanecer entre tres y cinco días en el hospital en lugar de 48 horas. Se recomienda la mujer empiece a caminar en las primeras 24 horas después de la cesárea para ayudar a eliminar la anestesia y evitar riesgo de trombos.

Una vez retirada la sonda y el catéter indovenoso se pedirá a la mujer que se levante y dé pequeños paseos. También podrá tomar agua y comida unas horas después la intervención.

Para el dolor se suelen inyectar analgésicos los primeros dos días. Pasadas 48 horas se pasa a los analgésicos orales. La cicatriz puede molestar los primeros días al levantarte y sentarte, por lo que se recomienda pedir ayuda para hacerlo.

Tras una cesárea es normal tener los tobillos muy hinchados a causa de la anestesia. Para bajar la inflamación se recomienda caminar lo máximo posible, tumbarte con las piernas elevadas y hacer ejercicios con los tobillos para favorecer la circulación. Una vez en casa, no cojas peso, no te fatigues y evita subir y bajar escaleras hasta que dejes de notar dolor en la cicatriz.

Actualmente la incisión exterior suele cerrarse con puntos internos, por lo que la cicatriz solo necesitará cuidados mínimos. Tan solo estar pendiente de que no hay signos de infección como pus, enrojecimiento o fiebre. En la mayoría de los casos, dos semanas después de una cesárea la mujer podrás ir retomando sus rutinas habituales.

Fuentes:

Stanford Medicine Children's Health (stanfordchildrens.org).

Clínica Mayo (mayoclinic.org).