Cocina tradicional en olla lenta para tiempos modernos donde la eficiencia manda tanto como el sabor
Lunes, 30 de noviembre. Antes de comenzar a teletrabajar a las 9:00 h, África deja preparada la comida. Ha necesitado 10 minutos para poner dentro de su Crock-Pot, y sobre una base de patatas, puerro y zanahorias pelados y troceados junto a un pollo entero. Como único aderezo, sal, especias y un chorrito de aceite. Lo ha programado para que esté listo a las 15:00 h. A esa hora, ya habrán llegado a casa su marido y sus dos hijas.
Jueves, 3 de diciembre. Julio y su mujer llevan tres días comiendo deprisa y mal, así que anoche, al tiempo que hacía la cena, en poco más de cinco minutos, dejó todo preparado para poder llevarse esta mañana a la oficina unas reconfortantes lentejas viudas. Lentejas, cebolla, puerro, zanahoria, patata, sal, pimentón y caldo de verduras dentro de la Crock-Pot. Toda la noche por delante para que se cocinaran a baja temperatura y, a las 7:30 h, listas para guardar en el termo y no probarlas hasta las 14:00, cuando llegue la hora de comer.
Bienvenidos al slow cooking, un movimiento que se ha ido extendiendo en España durante los últimos años, pero que lleva cerca de 50 —desde el lanzamiento de la primera Crock-Pot a principios de los 70— facilitando el día a día de muchos hogares anglosajones.
La Crock-Pot lo puede hacer todo… o no
Los dos ejemplos anteriores son una buena muestra de la gran ventaja que supone contar con un dispositivo que cocina independientemente de dónde estemos nosotros y a qué hora regresemos. No tendremos que estar pendientes del gas o la “vitro”. A la hora que programemos la Crock-Pot, nuestro plato estará listo. Y, si llegamos más tarde, no importa porque, gracias a la función de mantener caliente, no hará falta calentarlo. Lo conservará a una temperatura ideal para servir y empezar a comer cuando queramos.
En Internet podremos encontrar recetas tan fáciles como estas, que no necesitan preparación previa, sino que emplacemos todos los ingredientes dentro de la olla y que el tiempo de cocción haga el resto. Con una Crock-Pot, hasta los que nunca han intentado cocinar conseguirán emular aquellos guisos que recuerdan de su infancia. Eso sí, es recomendable que sigamos indagando y descubriendo platos que, aunque puedan requerir algo más de nuestra parte —pero poco, no hay que asustarse—, recompensarán el esfuerzo con creces.
Los que hayan probado las carrilleras de cerdo al vino tinto, el boeuf bourguignon, las costillas a la barbacoa o el cordero a la menta saben de lo que hablamos. En los dos primeros casos, será preciso enharinar la carne y saltearla en una sartén (hasta que se dore) antes de ponerla en la Crock-Pot con el resto de ingredientes. Por su parte, para los dos últimos platos, el paso extra llegará cuando el temporizador del dispositivo marque que el tiempo ha pasado. Entonces, será el momento de colocar el guiso en el horno y dejar que se tueste durante 10 minutos. Nada complicado, ¿no?
Ahorrar en la compra y en la factura
Está claro que con una olla de cocina lenta ganamos tiempo. Nada tiene que ver que nuestro plato tarde cinco horas. Ese tiempo será para nosotros. Se acabó pensar que la cocina es “una esclavitud”. Podremos seguir con nuestro ritmo (frenético) diario si así lo queremos, pero asegurándonos de que un buen plato de judías o un guiso de ternera nos espera cuando llegue el momento de sentarse a la mesa. Cocinar con “propiedad”, recetas sabrosas y saludables, no tiene que ser sinónimo de pasarse horas y horas en la cocina.
Tras la facilidad de uso y el ahorro de tiempo, muchos señalan a su bolsillo a la hora de anotar otra de las grandes ventajas de la Crock-Pot. Y es que la olla de cocción lenta es capaz de sacar todo el sabor y propiedades nutritivas de productos no necesariamente “premium”. Y no nos referimos únicamente a preparar el tradicional plato de legumbres fácil, reparador y barato, sino que seis horas a baja temperatura ablandan y gelatinizan las carnes más duras.
Por eso, a la hora de recomendar carnes para guisar en la Crock-Pot, los expertos no se decantan por el solomillo o los lomos, sino por la aleta, la falda o el morcillo, por ejemplo. Los euros que se ahorran por cada kilo son más que sustanciales, pero el sabor y la textura de nuestra receta no mermará lo más mínimo.
Pero no solo disminuirá el gasto semanal en la cesta de la compra. Debido a la baja temperatura que se precisa para elaborar cualquier plato, la olla de cocción lenta también lleva aparejada una reducción en el consumo eléctrico. En el modo de temperatura Baja, emplean solamente entre 75 y 150 W, mientras que en Alta va entre 150 y 210 W. Así, la eficiencia energética está más que garantizada. Una cuestión nada baladí para muchos usuarios.
La innovación continúa
Como vemos, el denominador común de toda la familia Crock-Pot es que estamos ante una serie de slow cookers que se adaptan perfectamente a las exigencias de los tiempos modernos, respondiendo a las demandas de los usuarios en cuanto a ahorro de tiempo y dinero, eficiencia y facilidad de uso. Y todo ello sin renunciar al sabor de la cocina más saludable.
Ese es el nexo común, pero antes de decidirse por una olla u otra, conviene tener claro que hay una Crock-Pot adecuada para cada necesidad y que es recomendable detenerse a leer sus características (capacidad, utensilios incluidos, que sean desmontables y aptas para el horno o el microondas, etc).
Por su parte, si lo que preferimos es adquirir el modelo más novedoso, la elección es fácil: Crock-Pot TimeSelect CSC066X. Con 5,6 litros de capacidad, la última olla de cocción lenta comercializada no solo permite programar el tiempo para que el plato esté listo a una hora determinada. También establece la temperatura adecuada basándose en el tipo de comida, su cantidad y la hora en la que deseemos comer.
Así, en vez de programar como hasta hora cuántas horas debe estar en funcionamiento y la potencia (alta o baja), lo que haremos será especificar el tipo de alimento que hemos puesto, la cantidad y cuándo queremos que esté preparado. El modelo CSC066X se encargará, primero, de subir la temperatura para eliminar cualquier bacteria y, después, de calcular y regular la potencia para cocinar el plato de la manera más óptima para que esté listo en la hora que hayamos fijado. A nosotros solo nos quedará poner la mesa y servir. Buen provecho a todos.
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