Alimentación del bebé: todas las claves para pasar de la leche a los sólidos

La introducción de la alimentación complementaria a la leche es uno de los procesos de maduración esenciales en el primer año de la vida del bebé. La Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda mantener la lactancia durante los seis primeros meses de edad –ya sea materna o de fórmula– y, a partir de ese momento, ir incorporando poco a poco el resto de los alimentos, manteniendo la lactancia a demanda.
Es importante esperar hasta los seis meses “porque para poder ingerir alimentos diferentes a la leche es conveniente que el organismo tenga la maduración necesaria a nivel neurológico, renal, gastrointestinal e inmune”, dicen en la AEP. No todos los niños lo van a adquirir al mismo tiempo, aunque en general estos cambios suelen ocurrir en torno al sexto mes de vida.
01.
Los primeros cereales e hidratos de carbono
Los cereales son la alternativa más generalizada para iniciar la alimentación complementaria del bebé gracias a su textura, que facilita la transición del líquido al sólido. Los cereales aportan energía y micronutrientes esenciales, como vitaminas y minerales como el calcio y el hierro. La fórmula más habitual es introducirlos en polvo, disueltos en leche, que puede ser de fórmula o extraída de la madre. La AEP recomienda evitar los cereales en polvo que contengan miel o azúcares añadidos en su composición. Poco a poco, adaptándose al desarrollo del bebé, se pueden introducir también cereales reales (arroz hervido y chafado, avena, pan, pasta, quinoa…) añadidos a purés. Así como otras fuentes de hidratos de carbono complejos, como las patatas o el boniato.

Imagen: cortesía de Suavinex.

Imagen: cortesía de Doner by Deer.
02.
La introducción de frutas y verduras
Un bebé está preparado para comenzar a comer alimentos diferentes a la leche o papilla cuando adquiere las destrezas psicomotoras que permiten tragar de forma segura. Hay indicios que lo señalan, como que sea capaz de coger comida con la mano y llevársela a la boca y que logre mantenerse sentado con apoyo, por ejemplo en una trona.
A partir del sexto mes se pueden introducir progresivamente frutas y verduras trituradas, chafadas o en pequeños trozos. Conviene introducirlas de una en una y dejar pasar cuatro días entre una y otra para detectar posibles alergias. Hasta los 12 meses de edad se recomienda evitar las verduras de hoja verde como la acelga, la espinaca o la borraja, por su contenido en nitratos.
03.
Legumbres, carne, pescado y huevo
A los mayores de seis meses se les pueden ofrecer proteínas, como carne, pescado, huevos y legumbres, en forma de puré o en pequeños trozos, para que los cojan con sus propias manos (es el método baby lead weaning, que huye de los triturados). Conviene que los alimentos ricos en hierro formen parte de la dieta diaria del bebé: carne roja, yema de huevo, guisantes, lentejas, alubias, brócoli... En cuanto al pescado, se aconseja evitar las especies de gran tamaño, como el emperador, el pez espada y el atún, por la posibilidad de que contengan metilmercurio. A partir de los 9 o 10 meses de edad se pueden ir introduciendo también el yogur natural y el queso tierno. Y a partir de los 12 meses la leche de vaca entera.

Imagen: cortesía de Hauck.
Fuente:
Asociación Española de Pediatría. Guía de Recomendaciones sobre la alimentación complementaria.

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