El gazpacho andaluz hunde sus raíces en la tradición de los antiguos campesinos de esta tierra. Ante unas condiciones de trabajo realmente extremas, estos hombres encontraron en este producto la mejor forma de nutrirse, refrescarse e hidratarse. Nutritivo por el aceite de oliva y aceite de girasol con el que se elabora, además de tomate y pan; refrescante por el ajo fresco, el vinagre de vino, el pimiento y el pepino; y el elemento hidratante se lo aportan el agua y las sales minerales que contiene.
Estas cualidades únicas confieren al gazpacho una versatilidad impensable en otros alimentos, de tal manera que se puede consumir líquido como refresco, como sopa fría e, incluso, en ensalada o postre si lo acompañamos con una guarnición de frutas.
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