El tesoro dorado del campo holandés: un queso gouda entre tulipanes

Todo un homenaje a la estación más florida del año. Así se puede considerar al Gouda de leche de pasto primavera. Su nombre vernáculo, graskaas, significa literalmente queso de hierba. El secreto está en utilizar la leche cruda de vacas que se alimentan de los primeros pastos de la primavera: los más verdes, jugosos y húmedos.
La leche es la pura esencia de este Gouda de primavera. Su elaboración se restringe por la propia alimentación del animal, nutrido con estos prados tiernos durante apenas mes y medio. Este es el gran secreto del gouda de primavera: la hierba. Su presencia es efímera. Llega a las tiendas en junio y apenas dura unas semanas, ya que solo se puede producir mientras el pasto está en esos primeros compases, tierno y jugoso.

El periodo de maduración de este peculiar Gouda es de tres semanas, lo que le confiere un sabor robusto, cremoso y deliciosamente complejo. Las notas lácticas y de mantequilla se entrelazan con delicados matices herbáceos. Un deleite para el paladar. Su distintivo color amarillo intenso se debe al alto contenido de caroteno en la leche, que refleja la riqueza de la flora natural de esos incipientes pastos en su despertar primaveral. Este queso, que se presenta en grandes piezas, ofrece una experiencia sensorial inigualable.
Disfrutar el Gouda de primavera es un placer total. Puede degustarse solo, como tentempié o entre panes. Pero también entiende de cocina, aportando un toque especial a quiches, pastas, ensaladas, salsas y verduras. Y, por supuesto, brilla con luz propia en una tabla de quesos, al lado de un buen tinto ligero o de una cerveza rubia. Holandesa, por supuesto.
.webp)

