Espárragos Reynoceronte: la perla blanca de la huerta navarra
Entre marzo y mayo, las huertas de la ribereña localidad de Cadreita, en Navarra, se convierten en un hervidero de recolectores. De dos a seis de la mañana, antes del alba, los agricultores cosechan a mano el tallo comestible más codiciado de nuestra gastronomía.
Un bocado sedoso, suave y fresco, reconocido por su calibre y carnosidad. Aquí, en la Ribera Navarra, Ángel Ría y Rosa Preciado han trabajado el espárrago más de 55 años. Hoy, el legado familiar de la empresa Son Ría recae en sus cuatro hijos, que dirigen las operaciones con el mismo mimo que antaño.
COMO SIEMPRE Y PARA SIEMPRE
Con ese know-how de décadas, lanzaron hace seis años El Reynoceronte Blanco, “una marca prémium de espárrago en conserva con calibre superior que se encuentra dentro de la Denominación de Origen”, explica Ángel Carlos Ría, hijo de Rosa y Ángel, y también copropietario y agricultor de Son Ría.
“Este animal tiene muchas afinidades con nuestro producto, porque es del mismo color, está en peligro de extinción, su asta tiene un buen calibre (que hace referencia al tamaño de nuestros espárragos) y con su nombre, Reyno, le hacemos un guiño a nuestra tierra”.
EL RESPETO A LA TRADICIÓN
Un mensaje que va más allá de las palabras y que cala en todo el proceso de producción. Desde la cosecha, siempre nocturna para que no pierda humedad, hasta el embotado. Intensas jornadas en las que recogen entre 50 y 100 kilos de espárragos, todos a mano. Ya en las instalaciones se les da una ducha fría para reducir la temperatura (ya baja de por sí), se pelan, escaldan y clasifican con diferentes parámetros.
Para ser un Reynoceronte blanco “deben ser rectos y blancos, de cabeza cerrada, tener un calibre superior a los seis milímetros y un largo entre 20 y 30 centímetros”. Palabra de hortelano.
