Rialto y sus moscovitas, la Asturias más golosa
Cuenta la leyenda que, a su regreso de la Unión Soviética, un niño de la guerra trajo una matrioska que guardaba en su interior el secreto de una receta ideada para los zares. Una fábula irreal que, sin embargo, no oculta uno de los grandes tesoros dulces de Asturias: las moscovitas.
Francisco Gayoso es el actual gerente de Rialto, un negocio fundado por su bisabuelo y que, casi un siglo después, mantiene el pulso de lo que comenzó siendo una humilde pastelería en Luarca, un pequeño pueblo pesquero, que ha traspasado fronteras.
Están hechas con almendra marcona, chocolate con leche, blanco o negro, harina de trigo, nata líquida y un ligero toque de azúcar. “Son tan ligeras que no te cansas de ellas. Creo que ahí está una de nuestras mayores virtudes, que no resultan nada pesadas”, comenta.
Preparadas con esmero y la ayuda de una manga pastelera, el obrador es, en todo su proceso de cocinado, el único intermediario entre la masa y la bandeja de horno. “No tenemos ningún tipo de maquinaria. No van en moldes, ni se fabrican en serie ni se bañan con ningún aparato. Después de su horneado es el mismo confitero el que, de forma manual, baña cada galleta”, añade Gayoso.
Además, Rialto comenzará a vender por primera vez su turrón hecho a base de pasta moscovita, trozos de almendra y chocolate. “Llevamos años trabajando en él, pero nunca lo habíamos sacado ante el gran público. Después de largas pruebas internas con trabajadores de la casa, familiares y amigos, estamos listos para dar el salto”, asevera. Un nuevo miembro para la gran familia dulce que Rialto representa con fidelidad.
