Santificar la mesa
Resistirse a una buena conserva, a un cremoso queso o a un aromático vino es complicado. Resulta hasta inútil plantar cara. Consagrarse a la mesa gallega es tan sencillo y sabroso que la única tarea posible es encontrar un compañero de ¿fatigas? con quien compartirla.
El destape empieza en el mar, donde espera el abalón en aceite de oliva Club del Gourmet, de textura sedosa y matices yodados; a su lado, la sinceridad de las sardinas ahumadas Sotavento, un bocado sencillo y sublime, al que acompañar de un pan ligeramente ácido y un poco de cebolla tierna blanqueada. Como remate náutico, la almeja al natural, de las rías de Arousa y Noia, perfectas para tomar directa- mente de la conserva y con el máximo añejamiento posible.
De ahí pasamos a una trinidad quesera que nos habla de la nueva Galicia: comencemos con el Xiros de Bisqato, un untuoso ejemplar de leche cruda, y saltemos a otros lucenses ilustres como los Cebreiro (uno fresco y otro curado) Sto André, de Carlos Reija. El broche, el de Savel de Airas Moniz, el queso azul premiado como mejor de España. Todo ello refrendado en este recorrido conservero y láctico con un interesante juego, sirviendo ambos vinos al mismo tiempo: Área da Cruz de Club del Gourmet, producido en exclusiva por la bodega Zárate, y Fefiñanes III, de larguísima crianza.
