Viaje en conserva a la Italia más auténtica
Sicilia, 1978. Una salumeria en el mercado de Ortigia, en la ciudad de Siracusa… Una antigua foto muestra una escena típicamente italiana, que podríamos asociar a una película de De Sicca o Fellini. En un mostrador se despachan quesos, embutidos y demás especialidades italianas para una clientela dispuesta a disfrutar con los auténticos sapori d’Italia… Ese es el origen de Fratelli Burgio, una pequeña empresa italiana que se ha propuesto trasladar la riqueza culinaria de ese rincón de Italia a todas las partes del mundo.
¿Se puede envasar el alma italiana? Aparentemente, sí. Fratelli Burgio pone en la mesa una serie de productos artesanales que transportan automáticamente a Sicilia. Las salsas, obviamente, tienen un peso importante. No falta la canónica de tomate o los pestos de pistacho o con rúcula selvática. Y hay un apartado reservado, claro está, para la famosa caponata, emblema del sur de Italia. Aquí la elaboran con siete verduras, cocinadas por separado para lograr el equilibrio entre ellas. Ha sido galardonada como la mejor conserva de todo el país.
La alcachofa asada o en crema, las olivas con aliño a la siciliana, las mermeladas de cítricos, el recorrido que la cebolla brinda, cocinada como si fuera un encurtido agridulce, son algunas de las especialidades de esta marca que, además, cuenta con la certificación ecológica en buena parte de sus productos.
Todo su catálogo se elabora en su laboratorio de conservas, situado en pleno campo, en Solarino. En él recuperan esa tradición de trabajar en familia con el fin de aprovechar las verduras y frutas para el resto del año. Pretenden que ese ambiente de “cocina de la abuela” se impregne en sus conservas para que seamos capaces de, al abrir un frasco de mermelada de naranja o de tomates secos, viajar a través del paladar. Y a fe que lo logran.
